El crecimiento que ha registrado el tequila, tanto en producción como en exportación en los últimos 30 años, no podría explicarse sin la aplicación de la ciencia y la tecnología en la cadena productiva agave-tequila, coincidieron académicos de universidades públicas y privadas en el país, autoridades y representantes de la agroindustria tequilera.
“Un elemento fundamental que nos ha permitido avanzar a un ritmo sin igual dentro de la cadena productiva agave-tequila es la alta productividad lograda en estos últimos 30 años en el sector de esta cadena de valor. Lo anterior, es una consecuencia de la puesta en práctica de los resultados de las investigaciones enfocadas a mejorar los procesos, de manejo de nuestra materia prima el agave Azul Tequilana, en los campos de producción y en los procesos de elaboración de nuestra emblemática bebida”, afirmó el presidente del Consejo Regulador del Tequila (CRT), Miguel Ángel Domínguez.
En el marco de las celebraciones por el aniversario número 30 del CRT, el organismo evaluador de la conformidad entregó 43 “Reconocimientos a la ciencia” a universidades, institutos tecnológicos, investigadores y dependencias de gobierno, por sus aportaciones científicas y tecnológicas a la cadena productiva agave-tequila.
La UNAM tiene muchos años de colaborar con la cadena productiva agave-tequila; lo que hemos hecho es fundamentalmente el análisis de tequilas en lo que se llaman contaminantes emergentes; son sustancias que han estado presentes en el ambiente toda la vida y que ahora nos damos cuenta que pudieran ser dañinas”, comentó a El Economista, Huberto Gómez Ruiz, profesor investigador de la Facultad de Química de la UNAM.
Ciencia ayuda a exportar
Explicó que la colaboración de los expertos químicos, las exportaciones de tequila no habrían sido posibles, debido a que esta ciencia ha ayudado a las empresas tequileras a demostrar que su producto es apto y seguro para el consumo humano.
“Por ejemplo, ha habido casos de la presencia de ftalatos (compuestos químicos de ácido ftálico) en tequilas, donde les ayudamos a desarrollar todo un método para demostrar que los tequilas están libres de ftalatos y por lo tanto, se podían exportar sin ninguna dificultad”, detalló Gómez Ruiz.
Añadió que la Facultad de Química de la UNAM colabora con los laboratorios del CRT y, específicamente, en el Banco Isotópico del Tequila para conocer la huella isotópica que contiene información como el origen y la edad del agave, el tipo de proceso utilizado en la extracción, fermentación, destilación y maduración de la bebida.
Profesionalización del sector
Por su parte, Luis Alberto Romero Cano, profesor investigador del Departamento de Ciencias Biotecnológicas y Ambientales de la Universidad Autónoma de Guadalajara (UAG), destacó que esa institución ha colaborado con la profesionalización de la agroindustria tequilera a través de la implementación de un diplomado en Técnico Tequilero y una maestría en Procesos del Tequila y, adicionalmente, realiza trabajos de investigación en la cadena productiva.
“Yo estoy trabajando con el Laboratorio de Isotopía del CRT en temas de autenticidad; estamos tratando de encontrar parámetros físico-químicos que nos permitan definir características únicas para poder determinar la autenticidad del tequila junto con los procesos que, por norma, exige el Consejo Regulador.
De acuerdo con el académico, hay algunos mercados internacionales que están exigiendo la huella isotópica del tequila por lo que este trabajo científico ayuda a la bebida nacional por excelencia a crecer su presencia en el extranjero.
Instituciones galardonadas
Los 43 reconocidos pertenecen a universidades, institutos tecnológicos y centros de investigación como la Universidad de Guadalajara (U de G), la Universidad Autónoma de Guadalajara (UAG), la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), el Instituto Politécnico Nacional (IPN), el Instituto Tecnológico de Tlajomulco (ITT), el Tecnológico Nacional de México (TNM), el Centro de Investigación y Estudios Avanzados Unidad Irapuato (CINVESTAV); el Instituto Nacional de Investigaciones Forestales, Agrícolas y Pecuarias (INIFAP); las secretarías estatales de Agricultura y Desarrollo Rural (Sader) y de Innovación, Ciencia y Tecnología (SICyT) y el Centro Mario Molina.
Fuente: El Economista