Según un informe de la FAO (Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura) de 2019, un tercio de los alimentos producidos en el mundo se pierde o se desperdicia para el consumo humano (unos 1.700 millones de toneladas). Unos datos que unido a las cifras de desnutrición a nivel mundial (795 millones de personas) y a la contaminación que generan esos alimentos desperdiciados (se estima en 3.300 millones de toneladas de equivalente de CO2 de gases de efecto invernado) avalan el estudio que ha desarrollado CNTA (Centro Nacional de Tecnología y Seguridad Alimentaria) sobre la vida útil y la calidad de los alimentos que consumimos. María José Sáiz, doctora en Química y responsable de Nuevas Aplicaciones Analíticas del Área del I+D del centro tecnológico ha dirigido la investigación.
¿En qué consiste el proyecto?
El objetivo es el de predecir la vida útil de los alimentos a través de análisis rápidos que se realizan con tecnología NIR (Infrarrojo Cercano) e imagen hiperespectral, que son técnicas fotónicas, que utilizan la luz. La luz se hace incidir sobre el alimento o sobre la muestra. Sacamos una foto y de cada pixel tenemos el espectro que nos da información química de cada punto. Esto es muy importante en la detección de defectos en la fruta. Por ejemplo, en una pera que se acaba de caer al suelo. Puede que, a simple vista, no se vea nada, pero con la técnica que hemos desarrollado podemos prever la magulladura, porque la luz penetra un poco en la piel, antes de que se vea y anticiparnos así a un más que probable desperdicio. En el estudio, que iniciamos hace dos años y que en los últimos doce meses ha estado financiado por el MAPA (Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación), hemos desarrollado una tecnología que permite conocer la vida da útil. Una clave para la gestión eficiente de stock y, en definitiva, evitar el desperdicio.
¿Cómo se aplica en la práctica esta tecnología?
Este sistema combina lo que es una cámara de imagen hiperespectral y el tratamiento de esos datos. La cámara nos genera hipercubos de datos que hay que procesarlos para obtener la información que nos interesa. A través de los modelos matemáticos que hemos desarrollado, relacionamos la foto con los datos sobre calidad y vida útil de la fruta. La clave está en elaborar buenos modelos matemáticos que vinculen la foto con los datos que queremos obtener para poder interpretarlos correctamente. La aplicación final va a ser fácil. El almacenista o el distribuidor harán una foto de la fruta y en una aplicación, en el ordenador o en móvil, va a recibir la información, la respuesta sobre la vida útil de la fruta. En CNTA ya tenemos los modelos matemáticos y los prototipos desarrollados que se pueden aplicar en el mercado.
¿En qué frutas han aplicado la tecnología?
El estudio se ha centrado en tres tipos de fruta: en las de hueso de la temporada de verano (melocotón y nectarina); en el mango, un fruto muy interesante, de alto valor, cuyos resultados son extrapolables a otros como el aguacate y en la pera DO Rincón de Soto.
¿Cuáles son las frutas más delicadas o las que se pueden estropear con más facilidad?
Dentro de las que se han incluido en el estudio, las más delicadas han sido las frutas de hueso, Pero en otras, como en el caso de las climatéricas, las que no maduran una vez cortadas, como ocurre en el caso de los frutos rojos, bayas o fresas, el control se convierte en crítico y por eso es fundamental recolectarlas en su punto óptimo.
Fuente: Diario de Navarra