La escasez de agua potable afecta a casi el 30% de la población mundial, según recuerda la ONU en la documentación oficial de la declaración de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS). En concreto, el acceso al agua y saneamiento ocupa el punto número 6 de los ODS aprobados en 2015 por la Asamblea General de la ONU.
Además de mejorar la eficiencia en el uso de los recursos de agua disponibles y reducir la contaminación, una de las soluciones parciales para el problema de escasez son las tecnologías que permiten producir nuevos abastecimientos. En este apartado, uno de los problemas recurrentes es que las soluciones técnicas disponibles son relativamente caras, requieren de elevados consumos de energía (por ejemplo, en el caso de las desalinizadoras) y están en manos de países ricos o grandes empresas.
Un equipo de científicos e ingenieros de la Universidad de Texas en Austin (Estados Unidos) ha desarrollado ahora una solución que podría ayudar a las personas de las áreas más necesitadas a acceder a agua potable limpia a un precio muy inferior al que ofrecen otras tecnologías comparables.
El sistema planteado por este equipo, basado en un nuevo material en forma de film (película, capa fina) de gelatina, se encuentra todavía en fase experimental y posiblemente, si algún día llega al mercado, solo supondrá una solución parcial del problema global de la falta de agua, pero, por lo menos, es un paso en el camino marcado por el ODS número 6.
Los resultados iniciales de esta tecnología han sido publicados en un artículo en la revista Nature Communications (19 de mayo) por los investigadores Youhong Guo, Weixin Guan, Chuxin Lei, Hengyi Lu, Wen Shi y Guihua Yu; mientras que la propia Universidad de Texas en Austin se ha encargado de difundir las características principales de esta innovación en una nota oficial en su web UTNews.
Una solución a buen precio
El equipo ha desarrollado su nuevo film gelatinoso de bajo costo a partir de materiales muy abundantes en la naturaleza y destacan que, debidamente aplicado, su sistema “puede extraer agua del aire incluso en los climas más secos”. “Los materiales que facilitan esta reacción cuestan apenas 2 dólares por kilogramo, y un solo kilogramo puede producir más de 6 litros de agua por día en áreas con menos de 15% de humedad relativa y 13 litros en áreas con hasta 30% de humedad relativa”, asegura la Universidad de Texas.
La investigación se basa en avances previos del equipo, incluida la capacidad de extraer agua de la atmósfera y la aplicación de esa tecnología para crear un suelo de riego automático. Sin embargo, estas tecnologías fueron diseñadas inicialmente para ambientes de humedad relativamente alta.
“Este nuevo trabajo trata sobre soluciones prácticas que las personas pueden usar para obtener agua en los lugares más cálidos y secos de la Tierra”, dijo Guihua Yu, profesor de ciencia de materiales e ingeniería mecánica en el Departamento de Ingeniería Mecánica Walker de la Escuela de Ingeniería Cockrell. “Esto podría permitir que millones de personas sin acceso constante al agua potable tengan dispositivos generadores de agua simples en el hogar que puedan operar fácilmente”.
Como esqueleto o parte central de este material que actúa como una esponja captadora de agua, los investigadores utilizaron celulosa de origen renovable y un almidón que se obtiene de la raíz de la planta conocida como konjac (también conocida en gastronomia como goma o harina de konjac).
La estructura de poro abierto de esta goma acelera el proceso de captura de humedad mientras que el otro componente básico, la celulosa termosensible facilita la interacción hidrofóbica (resistente al agua) cuando se calienta, indica la Universidad de Texas. En conjunto, el sistema ayuda captar agua presente en el aire y libera el agua recolectada de inmediato, minimizando el aporte total de energía.
Los autores reconocen que el volumen de agua que han conseguido en sus experimentos es relativamente modesto, pero consideran que “la creación de películas más gruesas o mejores lechos absorbentes podría aumentar drásticamente la cantidad de agua que producen”, según la Universidad de Texas.
Fuente: La Vanguardia