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Un biosensor indica si un alimento es apto para el consumo

El Grupo de Análisis de Polímeros y Nanomateriales (Nanobiopol) de la Universidad de Alicante (UA) ha desarrollado un biosensor colorimétrico, en forma de una pequeña pegatina inteligente y biodegradable, que se coloca en un envase y cambia de color para indicar si el alimento que contiene está o no en buen estado de conservación para su consumo.

Los investigadores Carmen Garrigós y Alfonso Jiménez explican cómo funciona: “Cuando un producto rico en proteínas se empieza a descomponer, cambia su estructura química y se forman unos compuestos volátiles nitrogenados en la atmósfera del envase, traduciéndose en un cambio de color del material diseñado”.

El color rojo o rosado en el biosensor situado en el envase indica que el alimento que contiene está fresco y en perfectas condiciones para su consumo. Y se vuelve amarillento o verdosos cuando el producto comienza a deteriorarse.

Los investigadores de la Universidad de Alicante explican que con este sensor “tanto las distribuidoras como los establecimientos que trabajan con productos frescos envasados o vendidos al peso pueden ofrecer al consumidor una garantía de seguridad alimentaria que complementa las fechas de consumo preferente, contribuyendo, además, a disminuir el desperdicio alimentario”.

Valorización de residuos alimentarios

La novedosa tecnología no solo es una herramienta contra el desperdicio alimentario, también pone en valor residuos de la industria agroalimentaria, ya que utiliza desechos de remolacha por sus potenciales características químicas y de naranja sanguina, de un color rojo intenso y de la que se generan una tonelada de residuos al año solo en la Comunitat Valenciana.

A partir de la cáscara y la pulpa de la naranja y del tallo y la piel de la remolacha han obtenido extractos activos ricos en polifenoles, antocianinas o betalaínas, utilizando técnicas de extracción rápidas, sostenibles y eficientes basadas en microondas.

Las naranjas sanguinas, señalan los investigadores, son ricas en antocianinas, sustancias antioxidantes sensibles a los cambios de pH que permiten monitorizar la degradación de los alimentos ricos en proteínas, como el pollo, el pescado o el marisco.

De la remolacha han utilizado betalaínas, unas sustancias que también poseen un gran poder antioxidante y que responden tanto a los cambios de pH como a los cambios de la temperatura. Los investigadores señalan que “en este último caso, si se rompe la cadena de frío durante el transporte de un alimento, el sensor detectaría si se ha producido un cambio de temperatura brusco que pueda alterar la calidad y seguridad del producto fresco”.

El grupo de investigación de Análisis de Polímeros y Nanomateriales de la Universidad de Alicante que ha desarrollado la nueva herramienta inteligente está especializado en el estudio de nuevos biomateriales procedentes de fuentes naturales y con características biodegradables.

“Desde su creación, el equipo de trabajo ha centrado sus esfuerzos en el desarrollo de nuevas formulaciones de sistemas activos para el envasado de alimentos, y ha ido articulando un área de biopolímeros para contribuir a la reducción de diferentes tipos de residuos generados, contribuyendo a la economía circular”, explican desde el departamento de la UA.

El desarrollo de este biosensor inteligente se enmarca en el proyecto ‘Nuevos materiales multicapa para sistemas de envasado inteligente de alimentos con biosensores sensibles a pH (Multisens)’, en el que además de la Universidad de Alicante participa la Politècnica de València. Se ha financiado a través de la convocatoria 2020 de Proyectos de I+D+i» de la Agencia Estatal de Investigación y el Ministerio de Ciencia e Innovación.

Fuente: Techpress

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