La industria alimentaria debe sumarse al combate contra la obesidad en vez de emprender una lucha a la defensiva contra las políticas públicas, ya que la “tienen perdida”, ha manifestado Julio Berdegué, jefe de la FAO, organización dependiente de la ONU para la Alimentación y la Agricultura para América Latina y el Caribe.
En una entrevista, Berdegué aseguró que las empresas de la alimentación tienen un dilema: sumarse a la lucha contra la obesidad pronto y de manera proactiva, o hacerlo tarde y a la fuerza.
“No creo que exista un futuro para una industria alimentaria ligada a problemas de salud de este tamaño”, dijo en alusión a la mala alimentación que contribuye al aumento del sobrepeso y la obesidad en la región, factores ligados a enfermedades no transmisibles como la diabetes y la hipertensión.
La lucha contra la obesidad, como en su día el tabaco
A su juicio, no hay duda de que se van a desarrollar nuevas políticas ante un fenómeno que ya genera un debate diario y que será como el que en su día tuvo el tabaco.
“Los países apenas se han dado cuenta de la fenomenal gravedad del problema” después de que los ministerios de salud hayan hecho sonar las alarmas, afirmó Berdegué, para quien “falta mucho, pero están despertando”.
Se han empezado a ver las primeras acciones de políticas públicas, como en Chile, que en 2016 introdujo un nuevo reglamento para etiquetar los alimentos y que recibió fuertes presiones de grandes multinacionales.
El representante de la FAO consideró que allí las filiales “están haciendo muy buenos negocios y se adaptaron a las leyes”, por lo que pueden aprender a medida que los países impongan sus políticas.
Ante las medidas más tibias de otros Estados, el representante de la FAO consideró que deberían ser “más sustantivas” en áreas como el etiquetado, los impuestos a ciertos alimentos y bebidas no saludables, y la corrección de los niveles de grasas y azúcares.
El objetivo es “hacer una real diferencia en la tendencia de crecimiento de la obesidad” en América Latina y el Caribe, donde 24 países presentan una proporción de personas obesas cercana o superior al 20% de la población (la media regional es del 22.8%).
El hambre que no cesa y aumenta
Pese a los avances de las últimas décadas, entre 2015 y 2016 el hambre creció en 2.4 millones de personas en América Latina y el Caribe, hasta los 42.5 millones, tras varios años de estancamiento.
Entre sus causas, Berdegué citó la desaceleración económica, que llevó a muchos hogares a perder capacidad de comprar alimentos y a ciertos gobiernos a disminuir sus ingresos fiscales y recortar programas sociales. “Afortunadamente, vemos que la región vuelve a tomar el crecimiento económico”, apuntó.
Subrayó que Latinoamérica, el mayor exportador neto de alimentos, por delante de Estados Unidos y la Unión Europea en su conjunto, puede ser “perfectamente un pilar importante de la seguridad alimentaria global y alimentar a su población adecuadamente”. Aunque en general no faltan alimentos en la zona, según Berdegué, existe gran preocupación por la incidencia del hambre en Haití, donde se estima que el 46.8 por ciento de la población la sufría entre 2014 y 2016.
Fuente: EFE (vía La Prensa Gráfica)