El desarrollo de una guerra en suelo europeo es un factor a tener en cuenta a la hora de proteger mejor las producciones de importancia geoestratégica y los alimentos son una de ellas. Ese es el motivo por el que, según ha anunciado la ministra alemana de Medio Ambiente, Steffi Lemke, el gobierno federal quiere restringir el uso de productos agrícolas como aditivos de la producción de combustibles. La ministra Lemke, miembro del partido Los Verdes, está trabajando junto con el Ministerio de Agricultura, que también dirige el vercde Cem Özdemir, en un programa para reducir el uso de los llamados biocombustibles a base de plantas de alimentos y piensos.
«La tierra agrícola es limitada en todo el mundo, la necesitamos con urgencia para la alimentación, como nos ha demostrado dramáticamente la guerra en Ucrania», ha explicado la ministra Lemke.
En un contexto en el que Europa prescinde progresivamente de las fuentes de energía que requieren comercio con Rusia, como el carbón, el petróleo y el gas, el mercado energético busca con avidez fuentes alternativas la creciente demanda hace mucho más rentable la nectárea de vegetal dirigido a la producción de biocombustibles que a la producción de alimentos.
El Gobierno alemán ha determinado que «no es sostenible verter trigo y maíz en el tanque de biocombustibles», en palabras del ministro Özdemir, que ha recordado que la tierra que se utiliza con ese fin podrían alimentar a personas hambrientas en todo el mundo. Ambos ministros trabajan en colaboración con el titular de Economía y Clima, su colega de partido Robert Habeck, que también está de acuerdo en limitar la cantidad de tierra destinada a cultivos que acaben en el sector energético.
Lemke ha anunciado, concretamente, que a partir de 2023 el uso de aceite de palma como aditivo de combustible en el diésel ya no será reconocido como biocombustible. «Ahora quiero dar el siguiente paso y también reducir aún más el uso de agrocombustibles de cultivos alimentarios y forrajeros», ha dicho.
En la actualidad, se suele añadir al gasóleo un 7% de productos derivados del aceite vegetal, para aliviar el balance de CO2, y a la gasolina se añade entre un 5% y un 10% de bioetanol, que suele obtenerse a partir de cereales y remolacha.
Según la información aportada por ePURE, de los cerca de 3.4 millones de toneladas de biodiésel producidas en Alemania en 2020, el aceite de colza constituyó el 60% de las materias primas, los aceites comestibles usados y recogidas de procesadoras de alimentos y restaurantes alrededor del 25%, el aceite de palma el 3.9% y el resto fue principalmente aceite de soya. En lo que respecta al aceite de palma, el recurso supone en la actualidad el 3.9% de la materia prima empleada en el país para elaborar biodiésel y, en su lugar, se establecerá una cuota para el uso mínimo de materiales de desecho para la producción de biocombustibles.
El anterior gobierno alemán ya había dado los primeros pasos en este sentido y la exministra de Medio Ambiente, Svenja Schulze, había declarado antes de las elecciones del 26 de septiembre que «no es aceptable talar bosques, secar páramos y destruir la naturaleza para producir biocombustibles» y había tomado las primeras medidas para cumplir con la Directiva sobre energías renovables de la UE, según la cual los combustibles a base de aceite de palma deben desaparecer en 2030.
Debate público para racionar el gas
El hecho de que el Gobierno Merkel fuese sustituido, después de las elecciones, por la denominada ‘coalición semáforo’, formada por socialdemócratas, liberales y verdes, que históricamente han defendido los biocombustibles en perjuicio de los combustibles fósiles, permitía esperar un giro en esa política. Pero el hecho es que los ministros verdes están profundizando en ese surco apremiados por la guerra. Alemania vive un debate público sobre cómo racionar el gas en caso de que se produzca un corte de suministro por parte de Rusia y por ejemplo el director del Instituto Económico Alemán (IW), Michael Hüther, se ha manifestado contra la desconexión de los hogares privados.
«Entiendo la preocupación de suministrar gas a la industria durante el mayor tiempo posible», dijo, «pero los hogares no solo son clientes legalmente protegidos, sino que el cierre del gas a los hogares también estaría asociado con problemas de seguridad». Para la Agencia Federal de Redes responsable del suministro, tampoco sería «posible en absoluto planificar un cierre masivo de forma segura» por adelantado. Sin embargo, es concebible «hacer que los hogares ahorren energía voluntariamente ofreciendo bonificaciones», dijo Hüther.
Fuente: ABC