Investigadores de la Facultad de Estudios Superiores (FES) Cuautitlán, de la UNAM, encontraron que el arbusto Pyracantha koidzumi, común en el país, es una alternativa para reducir la contaminación del maíz provocada por las aflatoxinas (micotoxinas producidas por ciertos hongos), que son difíciles de eliminar y se les considera el cancerígeno biológico más peligroso que se conoce.
En México, las aflatoxinas son fuente de contaminación de muchos productos del campo. Sin olor ni sabor, es complicado eliminarlas porque soportan temperaturas de entre 260 y 320 grados centígrados sin degradarse, y la cocción, ultrapasteurización y fermentación tampoco les afectan.
Los universitarios publicaron un trabajo en la revista Toxins, denominado “Biosorption of B-aflatoxins using biomasses obtained from Formosa Firethorn [Pyracantha koidzumii (Hayata) Rehder]”, en el que demostraron, por primera vez, que de esa planta se puede obtener un biomaterial que adsorbe (proceso por el cual un material atrae y retiene sólo en su superficie moléculas o iones) micotoxinas en medio líquido, en especial aflatoxinas del tipo B.
Alma Vázquez Durán, jefa de investigación de la FES Cuautitlán, y quien trabaja en la síntesis de nanopartículas a partir de extractos vegetales, descubrió en Pyracantha algunos compuestos con la capacidad de sintetizar nanopartículas de oro.
A partir de esta característica los investigadores consideraron que podría tener efectos en la adsorción de micotoxinas, en especial de las aflatoxinas. Hicieron algunas pruebas y se descubrió que atraía electrostáticamente sustancias con carga opuesta. En otros estudios se encontró que algunos grupos funcionales de la planta, como hidroxilos, aminas, amidas, carboxilos y fosfatos, tienen carga negativa.
Entre los alimentos contaminados que más consumimos con estas micotoxinas, producidas por hongos del género Aspergillus flavus y A. parasiticus, están algunos cereales como arroz, maíz y su derivado: la tortilla; también la pimienta, cacahuates, nueces, chiles secos, pollo, huevo y leche, entre otros.
Estudios recientes han encontrado que la mayoría de los productos destinados a la alimentación animal están contaminados con al menos una micotoxina.
En la actualidad se utilizan arcillas contra las aflatoxinas, que se agregan al alimento de los animales. Al pasar por el tracto digestivo, la arcilla captura las toxinas (entre 80 y 90 por ciento), pero también micronutrientes como el calcio y el fósforo contenidos en el alimento, lo que provoca deficiencia nutricional, indicó Abraham Méndez Albores, responsable del proyecto.
Por su parte, la biomasa universitaria producida con Pyracantha no sólo eliminaría una parte importante de las aflatoxinas, sino que no capturaría micronutrientes, acotó Adriana Ramales Valderrama, también participante.
Otra de sus ventajas es la cuestión económica: las arcillas son costosas porque se deben purificar, darles un tratamiento para activarlas, y son procesos con altas temperaturas. “En cambio, los costos de nuestro proceso es bajo, porque es un arbusto que todo el año tiene hojas y no necesita mucha agua ni cuidados especiales”, subrayó.
Méndez Albores indicó que una virtud más es el aporte de proteínas. “Al analizar nuestra planta encontramos que contiene una gran cantidad. Aunque es importante mencionar que su uso en la industria de los alimentos destinados para el consumo animal sería en una cantidad ínfima: 0.5 por ciento”.
Fuente: La Jornada