Alumnos de la Escuela de Ingeniería y Ciencias del Tecnológico de Monterrey generaron un bioplástico a partir de tapioca, alimento extraído del almidón de la yuca, que puede ser una alternativa para el uso de desechables y que tardaría de 3 a 6 meses en biodegradarse.
Este desarrollo llevó al equipo formado por Armando Arriaga Gamiño, Edgar Ramos Pérez, Emiliano Franco Hurtado, Paulina Aguilar Soriano y Eric Yael Zamarron Ramírez a posicionarse como finalistas en el concurso regional de La Cueva de los Lobos Región Centro.
Este logro los catapultará directamente a la siguiente etapa de su descubrimiento en la próxima edición de INCmty, el festival de emprendimiento organizado por el Tec de Monterrey.
“La tapioca está compuesta por fibras orgánicas, además de ser transparente y contar con una apariencia casi idéntica al plástico común, lo cual es una ventaja para que los consumidores se atrevan a utilizar los productos desarrollados con este bioplástico con mayor facilidad”, comentó Edgar Ramos.
“Queremos concientizar a las personas y brindarles más de una opción para frenar el uso innecesario de plásticos y cuando nos enteramos que podía fabricarse bioplástico a base de semillas de aguacate y cáscaras de mango, nos pusimos a investigar”, dijo Emiliano Franco.
Las mezclas que se están realizando son muy versátiles y dependiendo de las cantidades de cada material se puede ajustar su dureza y resistencia.
En una primera etapa los futuros ingenieros, se enfocarán en la producción de materiales rígidos y desechables como: vasos, platos, charolas, agitadores, entre otros.
Los alumnos fueron motivados por la profesora de Emprendimiento Anahí Vega a traer su proyecto a la realidad y volverlo una idea rentable, lo que los llevó a la final regional de La Cueva de los Lobos.
Este es un concurso donde se presentan ideas de negocio, y se celebra cada año para alumnos del Tecnológico de Monterrey donde se busca que se generen ideas innovadoras y con impacto ante alguna problemática actual.
Los plásticos comerciales pueden tardar más de 100 años en degradarse.
Fuente: Tecnológico de Monterrey