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Bioplástico a partir de algas: aliado del medio ambiente

La ONU ha estado advirtiendo que para 2050 nuestros océanos pueden contener más desechos plásticos que peces, una perspectiva desconcertante dada nuestra dependencia de los ecosistemas saludables para sobrevivir.

Ahora, los científicos israelíes desarrollaron un proceso para fabricar plásticos biodegradables utilizando los recursos propios del océano: las algas. Y la invención podría convertirse en un contador viable para enormes cantidades de plástico que ya se encuentran en los océanos.

En seis décadas, los humanos han producido 8,300 millones de toneladas métricas de plástico, de las cuales sólo el nueve por ciento ha sido reciclado, según un informe conjunto de 2018 realizado por la National Geographic Society y la Royal Statistical Society de Gran Bretaña. Dado que el plástico tarda más de 400 años en degradarse, muchos de ellos todavía existen de alguna forma en los vertederos y en los océanos, dañando la vida silvestre, la vida marina y los ecosistemas.

Los bioplásticos son plásticos hechos de fuentes de biomasa en lugar de combustibles fósiles. Se degradan más rápidamente que los plásticos normales, pero requieren recursos naturales preciosos como la tierra y el agua dulce.

Los científicos de la Universidad de Tel Aviv aseguran que el polímero bioplástico que desarrollaron se deriva de microorganismos que se alimentan de algas marinas, lo que lo hace biodegradable, con cero desechos tóxicos y completamente reciclable. Su investigación se publicó en la revista científica revisada por pares “Bioresource Technology” en diciembre pasado.

El invento fue parte de una colaboración multidisciplinaria que comenzó hace un año en la Universidad de Tel Aviv entre el Dr. Alexander Golberg de la Escuela de Ciencias Ambientales y de la Tierra de TAU y el Profesor Michael Gozin de la Escuela de Química de TAU. La investigación fue apoyada por Supratim Ghosh, un becario postdoctoral que se había unido recientemente al equipo de la India.

“No habíamos trabajado juntos antes, pero ahora estamos cooperando estrechamente en múltiples proyectos”, dijo el Dr. Golberg a NoCamels sobre su primer proyecto, que ha generado un entusiasmo generalizado.

“Una solución parcial a la epidemia plástica son los bioplásticos, que no usan petróleo y se degradan rápidamente. Pero estos también tienen un precio ambiental: cultivar las plantas o las bacterias para hacer el material requiere tierra fértil y agua dulce, que muchos países, incluido Israel, no tienen”, dice el Dr. Golberg.

Si bien los bioplásticos han existido por varios años, la gran necesidad de recursos agrícolas ha sido un gran inconveniente en la difusión de la tecnología a nivel mundial.

La tecnología de Golberg y Gozin utiliza microorganismos llamados Haloferax mediterranei, que se pueden recolectar en agua muy salada como en el Mar Muerto. Estos ayudantes unicelulares se alimentan de algas marinas que pueden cultivarse en alta mar y luego se utilizan para producir un polímero para crear plásticos no tóxicos y biodegradables.

El Dr. Golberg le dice a NoCamels que el descubrimiento es una gran promesa. “El proceso que proponemos permitirá a los países con escasez de agua dulce, como Israel, China e India, pasar de los plásticos derivados del petróleo a los plásticos biodegradables”.

El impacto ambiental potencial es significativo ya que países como China e India manejan inadecuadamente la mayoría de sus residuos plásticos. Reemplazar los plásticos tradicionales con bioplásticos que desaparecen en aproximadamente un año salvaría los océanos de una cantidad considerable de contaminación.

“El plástico de fuentes fósiles es uno de los factores más contaminantes en los océanos”, dijo el Dr. Goldberg en una declaración de TAU. “Hemos demostrado que es posible producir bioplásticos completamente basados ​​en recursos marinos en un proceso que es amigable tanto para el medio ambiente como para sus residentes”.

Sin embargo, todavía hay algunos obstáculos. El polímero desarrollado por los científicos, llamado polihidroxialcanoato, debe procesarse antes de que se convierta en “plástico” como lo conocemos. El desafío aquí radica en desarrollar mezclas de polímeros que entreguen diferentes tipos de plástico que exhiban propiedades específicas. Como cuando una bolsa de plástico se diferencia de una botella de champú.

“Ahora estamos realizando una investigación básica para encontrar las bacterias y algas que serían más adecuadas para producir polímeros para bioplásticos con diferentes propiedades”, explica el Dr. Golberg.

El equipo de científicos también está trabajando en otros proyectos relacionados, incluida “una amplia biblioteca de materiales biodegradables”, comenta Goldberg.

Esta biblioteca podría incluir mezclas de polímeros para todos los usos imaginables de plásticos en la vida cotidiana, así como fuentes de alimentos como proteínas o almidones. En enero, los científicos publicaron un artículo que describía cómo los almidones podían producirse de forma sostenible a partir de macroalgas marinas, que luego podrían usarse “como el trigo, para el pan, la pasta, todas estas cosas”, dice el Dr. Goldberg.

La investigación podría conducir a nuevas fuentes de alimentos en medio de la creciente demanda mundial.

Fuente: Israel Noticias

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