Una investigación realizada por un equipo multidisciplinar coordinado por el profesor Raffaele Sacchi, del Departamento de Agricultura de la Universidad de Nápoles Federico II, ha permitido por primera vez verificar la autenticidad y caracterizar la identidad molecular de una muestra de aceite de oliva almacenada dentro de una botella de vidrio enterrada por la erupción del Vesubio en el 79 d.C. En su estudio, publicado en la revista NPJ Science of Food del grupo Nature, los investigadores indican que se trata probablemente de la botella de aceite de oliva de mayor capacidad (casi 0,7 litros) más antigua del mundo.
En el marco de una colaboración entre el Departamento de Agricultura de la Universidad de Nápoles Federico II y el Museo Arqueológico Nacional de Nápoles (MANN) que tiene como objeto el estudio sistemático de los hallazgos orgánicos conservados en los depósitos de este museo, en 2018 un grupo de investigadores del Departamento de Agricultura del centro docente italiano inició una investigación sobre el contenido de una botella de vidrio guardada en dichos depósitos. Los depósitos de este museo conservan los materiales recuperados en las fases más antiguas de las excavaciones iniciadas por el rey Carlos de Borbón en la zona del Vesubio.
Según ha informado la Universidad de Nápoles Federico II, la botella parece provenir de Herculano, pero, al igual que muchos otros hallazgos, la información relativa al momento de su recuperación se ha perdido con el tiempo.
El punto de partida de este estudio se debe al paleontólogo y periodista italiano Alberto Ángela que, durante una inspección de los almacenes del MANN, advirtió de que la botella estaba aún medio llena. La hipótesis de Ángela era que podría ser vino, pero los análisis llevaron a un resultado diferente y en muchos sentidos “sorprendente e inesperado”, según el centro docente.
En concreto, la investigación realizada por un equipo multidisciplinar coordinado por el profesor Raffaele Sacchi permitió por primera vez verificar la autenticidad y caracterizar la identidad molecular de una muestra de aceite de oliva almacenada dentro de la botella de vidrio enterrada por la erupción del Vesubio en el 79 d.C.
El uso de técnicas moleculares y la datación por carbono 14 de uno de los “artículos comestibles” más representativos conservados en el MANN han permitido rastrear el contenido de la botella de vidrio con un aspecto muy similar a los representados en los frescos encontrados en Pompeya. Se trata de una sustancia sólida enigmática con una consistencia cerosa, probablemente encontrada en Herculano durante las excavaciones arqueológicas iniciadas por el Príncipe de Elboeuf en 1738 y continuadas por el rey Carlos de Borbón.
Los estudios llevados a cabo por el equipo de investigadores de la Universidad de Nápoles Federico II, del Consejo Nacional de Investigación de Italia (CNR) y de la Universidad de Campania Luigi Vanvitelli han demostrado que la materia orgánica originalmente presente en la botella era aceite de oliva que, debido a las altas temperaturas a las que fue expuesta en el momento de la erupción del Vesubio y los profundos cambios ocurridos en casi dos milenios de almacenamiento en condiciones incontroladas, lleva las huellas de profundas modificaciones químicas típicas de las grasas alimentarias alteradas.
Así, sobrevivieron muy pocas de las moléculas típicas del aceite de oliva: los triglicéridos, que representan el 98% del aceite, se han degradado en los ácidos grasos constituyentes; y los ácidos grasos insaturados se han oxidado completamente, generando hidroxiácidos que a lo largo de unos 2,000 años han reaccionado entre sí formando productos de condensación como los estólidos, nunca antes observados en procesos convencionales de alteración natural del aceite de oliva.
A su vez, la sustancia grasa también ha producido una multitud de sustancias volátiles que son las que se pueden encontrar en un aceite fuertemente rancio, derivadas de la descomposición del ácido oleico y linoleico. Además, el perfil de ácidos grasos saturados y el de fitoesteroles permitió establecer con certeza que la grasa era de origen vegetal y no contenía grasa de origen animal, muy utilizada por las poblaciones de la época y que era inequívocamente aceite de oliva.
“Esta es la muestra más antigua de aceite de oliva que nos ha llegado en grandes cantidades, la botella de aceite más antigua del mundo. Esta identificación nos da una prueba irrefutable de la importancia que tenía el aceite de oliva en la dieta diaria de las poblaciones de la Cuenca Mediterránea y en particular de los antiguos romanos de Campania Felix”, ha destacado el investigador Raffaele Sacchi.
Fuente: Mercacei