Parece que este año es el de la vuelta a la normalidad y que hemos dejado atrás la pandemia. Eso sí, mientras centrábamos nuestros esfuerzos en salir de la crisis sanitaria, los temas que nos preocupaban antes de que el mundo cambiara han ido evolucionando y ahora es necesario retomarlos con cierta urgencia.
El comercio mundial ha tomado empuje; nuestros proveedores ya no son de aquí al lado, aunque queremos recuperar el valor de la proximidad, y los ingredientes nos llegan de países con una legislación diferente a la nuestra y, muchas veces, después de un largo transporte y sometidos a condiciones variables de temperatura y humedad que hace necesario ampliar el control de riesgos del producto en cuestión. Y nosotros, como proveedores, también nos vemos forzados a buscar nuevos clientes y a exportar a países donde no se comparte el enfoque de seguridad alimentaria vigente en Europa.
Por si fuera poco, ya son pocos los que defienden que no existe el cambio climático y se pone de manifiesto que nos enfrentamos a una tendencia de temperatura en ascenso y a unos cambios más repentinos y extremos de la meteorología. ¿En qué momento estos hechos nos tienen que llevar a revisar el control de riesgos en la industria de la alimentación? Y no solo en la instalación sino también en el origen y en el transporte.
Por un lado, están los riesgos microbiológicos que, aunque la población no los percibe como de máxima preocupación, la industria es consciente que son caballo de batalla del día a día, y que las nuevas tendencias nos llevan, no solo a detectarlos, sino también a averiguar, mediante técnicas de secuenciación, si se trata de una nueva cepa o de una ya conocida que vuelve a reaparecer. La forma de actuar de cara a la prevención puede ser distinta.
En este contexto, los análisis rápidos y las técnicas más actuales en limpieza y desinfección nos pueden ayudar a dar respuesta a todo este nuevo escenario que se va dibujando.
Como es sabido, la estrategia ‘From farm to fork’ alcanza a toda la cadena, pero estamos tomando consciencia que lo que pasa en el medio ambiente también tiene su impacto en la granja. No es cuestión de esperar a ver qué pasa, sino de anticiparse a lo que pueda llegar a suceder y valorar cuándo es imprescindible incorporarlo a nuestra gestión de riesgos, haciendo un monitoreo con la mirada más allá, hacia el medio. Esto comporta una visión holística de la cadena y, por consiguiente, integrar la información proporcionada por los diferentes entes que cuidan de nuestra salud. En conclusión, participando de la estrategia One Health como uno de los actores principales para a garantizar una sola salud.
De todo ello se hablará el próximo 7 de junio en la V edición del Foro Barcelona Seguridad Alimentaria (BSA 2023) en el Auditorio UPF Barcelona School of Management. El programa ya está disponible y las inscripciones, abiertas.
Fuente: Interempresas