Cada vez hay más análisis sobre el uso de recursos naturales y el aumento de la población humana que alertan sobre el inmenso consumo de recursos que acarrea criar animales para luego matarlos y alimentar de su carne a la creciente población mundial. Las dietas vegetarianas o las veganas son un modo de asegurar una alimentación sostenible para toda la humanidad, pero lo ideal sería disponer de carne sin tener que ejecutar todo el proceso que conduce a la obtención de la misma.
Una posibilidad es lo que se ha dado en llamar “carne de laboratorio” o “carne sintética”. El concepto es bastante simple en la teoría pero complejo y difícil al intentar ponerlo en práctica. Se toman unas pocas células de un animal y a partir de ellas se cultiva tejido del mismo tipo que se le extraería al animal en la carnicería. Cuando la masa de tejido es lo bastante grande, se puede cocinar y comer. Si las técnicas usadas para esto están lo bastante optimizadas, la producción de carne resultaría mucho mayor que por la vía tradicional y el consumo de recursos sería muy inferior.
En definitiva, producir carne alimentariamente apta sin tener que criar animales para luego matarlos sería mucho más sostenible, más higiénico y mucho menos derrochador de recursos. Además, se acabaría con el dilema moral que lleva a bastante gente a volverse vegetariana o vegana: ¿es lícito matar animales para comerlos?
Ya se han realizado anteriormente pruebas de cultivo de carne en laboratorio, pero los métodos desarrollados para ello, por fuerza primitivos al tratarse de un campo nuevo, tienen limitaciones.
El equipo de Ravi Selvaganapathy y Alireza Shahin-Shamsabadi, de la Universidad McMaster en Canadá, ha ideado un nuevo método para cultivar carne en laboratorio. Según sus creadores, el nuevo método es el que tiene el mejor potencial para generar productos cárnicos que los consumidores acepten, disfruten y puedan pagar.
El nuevo método promete un sabor y una textura más naturales que los logrados por otras alternativas de laboratorio a la industria cárnica tradicional.
En el nuevo método, se logran bloques de carne definibles como filetes mediante la táctica de apilar láminas de células de músculo y de células grasas, cultivadas juntas en el laboratorio. La técnica es una adaptación de un método utilizado para cultivar tejidos destinados a trasplantes para seres humanos.
Las láminas de células vivas, cada una del grosor de una hoja de papel de impresora, se cultivan primero y se concentran luego en placas de crecimiento antes de despegarlas y apilarlas o doblarlas juntas. Las láminas se unen de forma natural entre sí antes de que las células mueran.
Las capas pueden apilarse en una pieza sólida de cualquier grosor, y “afinarse” para conseguir el contenido de grasa típico del producto cárnico que se desee replicar. Lo mismo puede hacerse con otros parámetros. Esto conlleva una gran ventaja sobre otras alternativas.
Por ahora, los creadores de esta técnica solo la han probado generando carne a partir de líneas disponibles de células de ratón. Aunque no comieron la carne de ratón descrita en el estudio que ahora se ha publicado, posteriormente cultivaron y cocinaron una muestra de carne que crearon a partir de células de conejo. “Se sentía y sabía igual que la carne”, enfatiza Selvaganapathy refiriéndose a esta última carne de laboratorio.
Los inventores del nuevo método creen que no hay razón para pensar que la misma tecnología no funcionará para cultivar carne de vacuno, cerdo o pollo. Además, tampoco ven impedimentos para que el proceso pueda adaptarse a la producción de carne a gran escala.
Los investigadores han fundado una empresa para empezar a comercializar la nueva tecnología.
Fuente: NCYT de Amazings