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Científicos italianos descubren propiedades anticancerígenas de los insectos

Los médicos pronto podrían recomendar la ingesta regular de insectos como las hormigas o los grillos para protegerse contra el cáncer, tal y como concluye un innovador estudio científico reciente.

Los insectos son ventajosos frente a otras fuentes de proteína animal debido a su carácter mucho más sostenible: su consumo podría servir para reducir la producción cárnica industrial y mermar considerablemente el desperdicio de agua y emisión de CO2. Además son ricos en nutrientes fundamentales para el ser humano y constituyen una vía de solución al hambre fundamental, tal y como indica este completo y extenso informe de la FAO, la Organización de Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura.

Ahora, un estudio realizado por científicos italianos de la Universidad de Roma revela que el invertebrado ubicuo, en común con otros como los saltamontes y los grillos, contiene altas concentraciones de antioxidantes, compuestos fundamentales para reducir las reacciones químicas en el cuerpo que producen radicales libres, sustancias que incrementan el riesgo de padecer cáncer y que también se han relacionado con mayores posibilidades de enfermedades cardiovasculares y diabetes.

En los experimentos realizados, los responsables de la investigación encontraron que después de moler a los insectos, muchos tenían varias veces la concentración de antioxidantes que se encuentran en el jugo de naranja o en el aceite de oliva, dos de los elementos más recomendados para limitar los radicales libres.

Los extractos solubles en agua de saltamontes, gusanos de seda y grillos mostraron los valores más altos de capacidad antioxidante, cinco veces más que el jugo de naranja fresco. Además, los saltamontes, las hormigas negras y los gusanos de la harina contienen los niveles más altos de polifenoles totales, otra forma de caracterizar el potencial antioxidante. Y por su parte, los extractos solubles en grasa de gusanos de seda, cigarras gigantes y orugas de África mostraron una capacidad antioxidante dos veces mayor que la del aceite de oliva.

El profesor Mauro Serafini, quien dirigió la investigación recordó que al menos dos mil millones de personas, una cuarta parte de la población mundial, comen insectos con regularidad.

“Los insectos comestibles son una excelente fuente de proteínas, ácidos grasos poliinsaturados, minerales, vitaminas y fibra”, indicó el profesor. “Pero hasta ahora, nadie los había comparado con los alimentos funcionales clásicos como el aceite de oliva o el jugo de naranja en términos de actividad antioxidante”.

El pasado mes de noviembre, Sainsbury’s anunció que se convertiría en el primer supermercado británico en surtir insectos comestibles, lanzando grillos asados ​​crujientes ahumados de Eat Grub en 250 tiendas en todo el país que ya comercializa aperitivos elaborados a base de grillos y gusanos. En nuestro país contamos con el ejemplo de Carrefour.

En esta nueva investigación, el equipo probó una gama de insectos e invertebrados comestibles disponibles comercialmente, utilizando diversas medidas de actividad antioxidante. Se eliminaron partes no comestibles como alas y picaduras, luego se molieron los insectos y se extrajeron dos partes para cada especie: la grasa y cualquier resto que se disuelva en el agua, probándose cada extracto por separado

El resultado, publicado en la revista Frontiers in Nutrition, reveló que los insectos que eran hervíboros tenían una capacidad antioxidante mucho mayor en comparación con los de las tarántulas y los escorpiones negros. Entre las diferentes especies disponibles para el consumo humano, los coleópteros (escarabajos), los lepidópteros (orugas africanas) y los himenópteros (abejas, avispas y hormigas) representan el 31, 18 y el 14 por ciento del consumo total de insectos en todo el mundo, respectivamente.

Fuente: TicBeat

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