Una revisión sistemática de estudios sobre la relación entre consumo de soya y cáncer de próstata confirma el potencial preventivo de esta completa proteína vegetal. Cuanto más elevado el consumo, menor riesgo de desarrollar la enfermedad.
El cáncer de próstata es el segundo tipo de cáncer más diagnosticado en los hombres y representa un 15% del total de cánceres masculinos en todo el mundo.
Algunos estudios habían apuntado antes a un posible efecto protector de la soya frente a este tipo de cáncer, lo que encajaría con el hecho de que en los países asiáticos, donde se consume abundante soya, la incidencia sea menor.
Ahora un metaanálisis que repasa 30 estudios realizados hasta mayo de 2017 concluye que, efectivamente, el consumo de soya se asocia a un menor riesgo de cáncer de próstata.
Menor riesgo de cáncer para quienes comen más soya
El nuevo metaanálisis, publicado en la revista Nutrients, es el más amplio hasta la fecha y lo han llevado a cabo investigadores de la Universidad de Illinois en Urbana-Champaign, Estados Unidos.
Después de repasar estudios epidemiológicos realizados tanto Asia como en Estados Unidos (y uno en Europa), han establecido que entre los hombres que consumen más soya el riesgo de cáncer de próstata se puede llegar a reducir en un 29%.
Al analizar la relación entre consumo de soya y riesgo de cáncer de próstata, se fijaron en varios factores: la cantidad de productos de soya consumidos, la cantidad de isoflavonas ingeridas según si se trataba de genisteína o daidzeína, si el consumo era de soya fermentada o sin fermentar, y los niveles de isoflavonas circulantes en sangre.
El consumo total de soya, genisteína, daizeína y productos no fermentados de soya se asoció a una reducción significativa del riesgo de desarrollar la enfermedad.
La soya no fermentada protege más
Una de las sorpresas es la diferencia que se constató entre los productos de soya fermentados y sin fermentar.
Entre los productos de soya no fermentados encontramos la leche de soya, el tofu y las habas de soya. Un consumo elevado de este tipo de productos se asoció a una reducción del riesgo de un 35%.
En cambio, el consumo elevado de soya fermentada, como es el caso del miso o el natto, no arrojó resultados significativos.
De todas formas, había más estudios realizados con productos de soya no fermentada y mayor disparidad en los resultados de los estudios realizados con productos fermentados, lo que los autores reconocen podría haber influido en los resultados.
Apenas se ha estudiado cada producto de la soya por separado en relación con el cáncer de próstata, pero el más analizado es el tofu y, según los autores, presenta un efecto protector significativo.
El papel protector de las isoflavonas
Las isoflavonas que contienen las habas de soya y los productos derivados de la soya son principalmente la genisteína y la daidzeína. Aislando la cantidad de isoflavonas consumidas al tomar soya, el consumo elevado de isoflavonas también se relacionó inversamente con el riesgo de cáncer.
Se ha sugerido que las isoflavonas de la soya actúan como hormonas débiles que ejercerían un efecto protector frente al cáncer de próstata. Además, se ha detectado tanto genisteína como daidzeína acumulada en el tejido prostático, donde podrían resultar tóxicas para las células cancerígenas.
El riesgo de cáncer de próstata se redujo más entre quienes consumieron más daidzeína (16%) que entre quienes tuvieron el consumo más elevado de genisteína (10%).
La soya y el cáncer de próstata avanzado
Una novedad de este estudio es que los investigadores se fijaron también en la relación entre consumo de soya y el riesgo de cáncer de próstata avanzado, una cuestión sobre la que existen todavía pocos estudios.
Este tipo de cáncer agresivo y metastásico suele ser más difícil de tratar, pues los pacientes en general responden menos a los tratamientos. Por este motivo es importante, según los autores, “encontrar otras maneras de prevenir el avance de la enfermedad, como las modificaciones dietéticas”.
En este caso, los investigadores de Illinois no lograron establecer una relación significativa entre la ingesta de alimentos de soya o de isoflavonas y el riesgo de sufrir la enfermedad en estado avanzado.
No obstante, ante los resultados prometedores obtenidos en ensayos clínicos de doble ciego al suplementar la dieta con isoflavonas, los autores sugieren que debería seguir explorándose esta posible vía preventiva en futuros estudios.
Fuente: Cuerpo Mente