Tener un sistema inmune fuerte capaz de disminuir nuestra susceptibilidad a enfermedades es una de las muchas ventajas que nos proporciona una buena alimentación, un factor importante para garantizar el buen funcionamiento de nuestro cuerpo.
Por tanto, una dieta rica en nutrientes básicos, que se adecue a las necesidades alimenticias pero también económicas de las personas, junto con otros campos de acción como el ejercicio, puede reducir los efectos de padecimientos como la obesidad.
En este ámbito, el Laboratorio de Bioquímica y Fisiología de Granos (LABIFIGRAS) de la Unidad de Investigación Multidisciplinaria de la FES Cuautitlán, a cargo del doctor Enrique Martínez Manrique, se ha dedicado a elaborar diferentes productos que buscan tener un impacto positivo en la salud.
Recientemente, Ingrid Vianey Flores Pérez, estudiante de último semestre de Ingeniería en Alimentos, desarrolló una Barra nutritiva, cuyos ingredientes y método de preparación brindan un valor nutrimental muy por encima de productos que hoy están a la venta.
Preparación e ingredientes: punto clave
Actualmente, las barras energéticas son uno de los alimentos que por su tamaño, costo y componentes satisfacen los gustos y necesidades de los consumidores, por lo que esta industria crece un 10% anual y logra ventas de cerca de los siete millones de dólares.
La investigación de Ingrid surgió de este precedente, con la idea de desarrollar una formulación para elaborar una barra de harina de trigo, de chía y de amaranto más nutritiva que los productos comerciales. “Estas barras sólo contienen granos espolvoreados; sin embargo, se puedan realizar harinas con ellos y adicionarlos a una barra con un poco de trigo”, comentó la ingeniera Verónica Jiménez Vera, quien es parte del grupo de investigación del LABIFIGRAS.
La base de la Barra nutritiva de la FESC son dos semillas originarias de México: la chía, que tiene un alto contenido de fibra, grasas buenas y ácidos grasos Omega 3 y 6; y el amaranto, cuyos componentes le conceden grandes cantidades de proteína, fibra y vitaminas.
Una parte primordial fue el proceso de elaboración, en el que se usó harina de trigo y se preparó una harina de chía y otra de amaranto, a las que además se le añadieron granos enteros de ambos ingredientes así como de arándano.
Esta adición definió la creación de un alimento más benéfico para la salud, que demostró tener un mayor número de nutrientes que la barra energética comercial y otra de trigo que fue creada por el grupo de trabajo exclusivamente como control. “Obtuvimos que sí era un alimento funcional y un súper alimento. Beneficia al nutrirnos y también al ayudarnos contra algunas enfermedades”, mencionó Ingrid.
El súper alimento
Después de las pruebas químicas realizadas al producto, se supo que la Barra nutritiva de la FESC ofrece 50% más proteínas que la barra comercial y un 30% más de fibra, además de que tiene una mayor cantidad de antioxidantes y grasas buenas, beneficios asociados a sus ingredientes y preparación, pues ayudan a tener una mejor digestión, contrarrestar el envejecimiento, sentirse satisfecho y prevenir diversas enfermedades.
Sobre esto último, México se encuentra entre los países con los más altos índices de obesidad en el mundo, como lo reportó en 2016 la Encuesta Nacional de Salud y Nutrición (ENSANUT), indicando que siete de cada 10 adultos, cuatro de cada 10 jóvenes y uno de cada tres niños sufría de este padecimiento.
En prospectiva, la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), considera que para 2030 el 40% de los adultos de nuestro país sufrirá de esta enfermedad responsable de la mayoría de malestares crónicos, ya que siete de cada 10 muertes se debe a padecimientos cardiovasculares o diabetes.
Ante esta situación, el producto desarrollado se convierte en un alimento funcional que, además de sus nutrientes básicos (la harina de trigo, chía y amaranto), otorga un beneficio extra a nuestra salud, un producto que a su vez tiene un costo de manufactura menor y un mejor sabor.
A esto es importante señalar la gran diversidad de barras energéticas que dominan el mercado, muchas de las cuales contienen un alto porcentaje de azúcar o carbohidratos de muy poca o mala calidad nutritiva, lo que muestra la enorme popularidad que estos comestibles tienen hoy día.
Contario a ello, la Barra nutritiva elaborada por la estudiante de Ingeniería en Alimentos demostró científicamente su valor como un alimento con múltiples beneficios. “Va a ser muy rico y, a la vez, va a seguir cumpliendo las necesidades que los consumidores en este momento tienen”, afirmó Ingrid.
El aporte del Laboratorio
Uno de los objetivos del LABIFIGRAS de la FES Cuautitlán es desarrollar nuevos productos de panificación y botana que aprovechan todo el potencial nutrimental de los granos no convencionales, con los cuales no se pretende modificar los hábitos de los consumidores, sino ofrecer una alternativa realmente enriquecedora.
En este sentido, el grupo de trabajo encabezado por el doctor Martínez Manrique ha derivado múltiples comestibles como sopas, pan para hot dogs, bases para pizza, entre otros, que en palabras de la ingeniera Jiménez Vera “pueden sustituir un producto no saludable” o, según el caso, con menores propiedades benéficas. “Demostramos que se trata de realizar y desarrollar productos que realmente son benéficos para la salud y para todos”.
Gracias a este proyecto que constituye la tesis de licenciatura de la futura ingeniera en alimentos, la FES Cuautitlán reafirma, a través del trabajo de sus investigadores y estudiantes, su compromiso por construir una mejor sociedad a través de la creación de productos que favorezcan hábitos alimenticios y promuevan el consumo de granos y semillas originarios con un enorme valor para la salud.
Fuente: UNAM Global