En la industria alimentaria, todos hemos escuchado de los ingredientes funcionales y solemos verlos como una panacea. Pero, ¿cuánto sabemos realmente de este concepto o sobre qué aspectos debe cumplir un insumo para ser considerado parte de dicha familia?
En resumen, los ingredientes funcionales son aquellos componentes que, además de su valor nutricional inicial, proporcionan beneficios adicionales para la salud. Empleados en la formulación de alimentos, su objetivo es mejorar el bienestar de las personas y/o reducir el riesgo de enfermedades.
No es algo nuevo, pero sí un segmento de la industria en constante evolución gracias a la innovación tecnológica. Cabe recordar que el concepto de ingredientes funcionales comenzó a ganar prominencia en las décadas de 1980 y 1990. Durante este periodo, surgió un creciente interés en la relación entre la dieta y la salud, lo que llevó a una mayor conciencia sobre cómo ciertos alimentos y sus componentes pueden tener un impacto positivo en la calidad de vida, más allá de la nutrición básica.
Esto coincidió con ciertos avances en la ciencia de los alimentos, que permitieron un desarrollo y comercialización de productos enriquecidos y fortificados nunca antes vistos. En consecuencia, las empresas del sector han respondido con una variedad de opciones dentro de cada segmento en particular, cuyo principal valor es incorporar ingredientes funcionales. Se trata de un mercado en constante expansión dentro de la industria alimentaria, el cual cada vez más se enfoca en las necesidades de los adultos mayores y la población que está envejeciendo.
Entre los ingredientes funcionales para el envejecimiento más relevantes, se encuentran: calcio y vitamina D, cruciales para la salud ósea, en vista de que con la edad los huesos suelen volverse frágiles y propensos a fracturas; la fibra, que ayuda a prevenir el estreñimiento (un problema común en esta población) y a mantener una buena digestión, a la par de que fomenta la salud cardiovascular y el control de glucosa en sangre; los ácidos grasos Omega-3, que reducen la inflamación, un factor en muchas enfermedades crónicas, y también están vinculados con la salud cognitiva; y las proteínas, cuya ingesta adecuada es esencial para preservar la masa muscular y la fuerza, combatiendo la sarcopenia (pérdida de masa muscular).
Éstos son sólo una mínima parte de todos los que actualmente existen, a los que se pueden sumar antioxidantes, vitamina B12, ácido fólico o probióticos y prebióticos, por ejemplo. El mundo de los ingredientes funcionales para el envejecimiento, es tan amplio como apasionante.
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