Las tecnologías emergentes de baterías están allanando el camino hacia un futuro libre de combustibles fósiles. Un nuevo componente de batería, desarrollado a partir de ácidos alimentarios presentes en productos como el vino, podría hacer que las baterías de iones de litio sean más eficientes, económicas y sostenibles.
- Batería más eficiente: Usa ácidos alimentarios y mejora el almacenamiento.
- Sostenible: Reemplaza solventes tóxicos por agua y reutiliza residuos de comida.
- Reduce desperdicio: Aprovecha parte de los residuos alimentarios.
- Problemas del grafito: Su extracción es costosa y contaminante.
- Alternativa ecológica: Investigan baterías de sodio-ion y uso de residuos de café.
- Reciclaje complejo: Procesos actuales son intensivos; buscan mejoras.
- Futuro energético: Necesitamos combinar diferentes tecnologías para ser más sostenibles.
Innovación en el almacenamiento de energía
Un equipo de químicos de la Universidad de Nueva Gales del Sur (UNSW), liderado por el profesor Neeraj Sharma, ha creado y patentado un prototipo de batería que utiliza ácidos derivados de alimentos. Esta innovación no solo reduce los impactos ambientales de los materiales y procesos de fabricación, sino que también mejora la capacidad de almacenamiento de energía.
El prototipo actual, que se está optimizando, es una celda de bolsa de una sola capa, similar a la usada en teléfonos móviles, pero en menor escala.
Según el profesor Sharma, el equipo ha desarrollado un electrodo que puede aumentar significativamente la capacidad de almacenamiento de energía en las baterías de iones de litio, reemplazando el grafito por compuestos derivados de ácidos alimentarios como el ácido tartárico (presente en muchas frutas) y el ácido málico (encontrado en algunas frutas y extractos de vino).
Ventajas de los ácidos alimentarios
Los ácidos alimentarios son de fácil acceso, menos agresivos y contienen los grupos funcionales necesarios para el funcionamiento de las baterías. Además, su procesamiento utiliza agua en lugar de solventes tóxicos, lo que reduce el impacto ambiental del proceso. Esta nueva tecnología no solo puede hacer uso de los residuos alimentarios, sino que también mejora el rendimiento de las baterías en términos de sostenibilidad y economía.
El desperdicio de alimentos representa un problema ambiental significativo. Por ejemplo, en Australia, los residuos alimentarios le cuestan a la economía alrededor de 36.600 millones de dólares australianos al año y son responsables de aproximadamente el 3% de las emisiones anuales de gases de efecto invernadero del país. Aprovechar estos residuos para la fabricación de componentes de baterías ayudaría a diversificar las fuentes de materiales de la industria, al mismo tiempo que aborda preocupaciones ambientales y de sostenibilidad.
Cómo funciona
¡Imagina que las baterías son como cajas mágicas que guardan energía! Estas cajas pueden almacenar energía para que luego la usemos en nuestros teléfonos, tablets o coches eléctricos, pero para hacerlas necesitamos algunos materiales especiales.
Ahora, la mayoría de las baterías usan un material llamado grafito. Pero obtener grafito es complicado y contamina mucho el planeta. Entonces, unos científicos súper inteligentes tuvieron una idea genial: «¿Y si usamos cosas que encontramos en la comida para hacer baterías?» Resulta que algunos ácidos que están en frutas o incluso en los residuos de comida pueden ayudar a mejorar las baterías.
Estos ácidos son como ingredientes secretos que hacen que las baterías guarden más energía, sean más baratas y no dañen tanto al planeta. Además, como usamos restos de comida que de otro modo serían basura, ayudamos a no generar tantos desechos y a cuidar el medio ambiente.
Así que, en lugar de seguir usando materiales difíciles de conseguir, los científicos están creando baterías más ecológicas y eficientes. ¡Es como convertir basura en una batería súper poderosa para el futuro!
Limitaciones tecnológicas actuales
Las baterías de iones de litio dominan el mercado del almacenamiento de energía, tanto a nivel doméstico como a nivel de redes eléctricas estacionarias.
Sin embargo, presentan algunas limitaciones. La baja capacidad de almacenamiento, los procesos costosos y dañinos para el medio ambiente, y los materiales difíciles de obtener están ralentizando su adopción masiva. El grafito, utilizado en los ánodos de las baterías, es uno de estos materiales problemáticos. Su extracción, purificación y procesamiento son costosos y tienen un alto impacto ambiental, ya que alrededor del 60% del grafito se pierde en las etapas de procesamiento, que requieren altas temperaturas y ácidos fuertes.
Hacia un futuro más sostenible
La investigación de UNSW está centrada en comprender mejor los materiales utilizados en las baterías y sus mecanismos durante la operación. Gracias a este conocimiento, se pueden diseñar materiales que mejoren la capacidad de almacenamiento de energía, la conductividad iónica y la estabilidad estructural, lo que extendería la vida útil de las baterías y mejoraría su sostenibilidad.
El equipo está trabajando actualmente en la ampliación de la producción, pasando de pequeñas celdas a monedas a celdas de bolsa más grandes, que son más adecuadas para aplicaciones industriales. También están explorando el uso de estos avances en baterías de sodio-ion, que podrían ser una alternativa más barata y ecológica a las baterías de iones de litio.
El futuro de las baterías: ¿basado en café?
El equipo de investigación también está investigando la posibilidad de utilizar diversos flujos de residuos biológicos para la fabricación de nuevos electrodos.
Por ejemplo, han trabajado con la profesora Veena Sahajwalla para pirogenizar los residuos de café y utilizarlos como fuente de carbono en baterías de litio-azufre. Con más de 8 millones de toneladas de residuos de café que se envían a los vertederos cada año a nivel mundial, este enfoque podría ofrecer una solución sostenible y efectiva.
Sin embargo, la variabilidad en la calidad de los residuos a lo largo de la cadena de suministro podría afectar la consistencia en la capacidad de almacenamiento de energía y la seguridad, lo que podría generar reacciones secundarias no deseadas. Por ello, el equipo está investigando qué tipo de variabilidad puede tolerar una batería sin comprometer su rendimiento.
Desafíos en el ciclo de vida de las baterías
Uno de los desafíos más grandes en el uso de baterías es el reciclaje y la degradación al final de su vida útil. En los próximos diez o veinte años, se espera que haya una gran cantidad de baterías provenientes de vehículos eléctricos, herramientas eléctricas, y sistemas de almacenamiento domésticos y de redes que necesitarán ser recicladas.
El proceso de reciclaje actual es muy intensivo en energía y utiliza químicos agresivos. En muchos casos, las baterías son molidas y sus metales valiosos, como acero inoxidable, cobre y aluminio, son extraídos. Sin embargo, el proceso deja una “masa negra” que es enviada al extranjero para ser descompuesta hasta sus elementos puros. Los investigadores están explorando nuevas formas de reutilizar esta masa negra de manera más eficiente y con menos químicos, creando un ciclo cerrado para la producción de nuevas baterías.
No existe una única solución para satisfacer todas nuestras necesidades energéticas. En cambio, se necesita una combinación de diferentes tecnologías de baterías para diferentes aplicaciones, integrando fuentes de energía solar con almacenamiento en baterías. La clave es desarrollar procesos y materiales más sostenibles que hagan que las baterías sean más baratas, mejores y más seguras, permitiendo así una transición efectiva hacia un futuro más sostenible.
Fuente: Ecoinventos