Las enfermedades autoinmunes que afectan al cerebro, como la esclerosis múltiple, son particularmente difíciles de tratar debido a su ubicación: muchas terapias farmacológicas no pueden acceder eficazmente debido a la barrera hematoencefálica, un mecanismo protector que separa el cerebro del sistema circulatorio.
En este contexto, investigadores del Brigham and Women´s Hospital en Boston, Massachusetts (EEUU), han desarrollado un probiótico dirigido a suprimir las reacciones autoinmunes en el cerebro en las que el sistema inmunológico se dirige a las células del sistema nervioso central, convirtiéndose en el núcleo de diferentes enfermedades, incluida la esclerosis múltiple.
Para buscar nuevas formas de tratar las enfermedades autoinmunes, los investigadores estudiaron las células dendríticas, un tipo de célula inmunitaria que abunda en el tracto gastrointestinal y en los espacios alrededor del cerebro. Estas células ayudan a controlar el resto del sistema inmunológico, aunque hasta ahora no se conoce a fondo su papel en las enfermedades autoinmunes. Al analizar las células dendríticas en el sistema nervioso central de ratones, los investigadores pudieron identificar una vía bioquímica que dichas células utilizan para evitar que otras inmunitarias ataquen al cuerpo.
“El mecanismo que encontramos es como un freno para el sistema inmunológico“, afirmó el autor principal, el prof. Francisco Quintana, del Centro Ann Romney de Enfermedades Neurológicas del Hospital Brigham and Women´s. “En la mayoría de nosotros está activado, pero en las personas con enfermedades autoinmunes hay problemas con este sistema de frenado, lo que significa que el organismo no tiene forma de protegerse de su propio sistema inmunológico“, añadió.
´Freno bioquímico´
Los investigadores descubrieron que este freno bioquímico puede activarse con lactato, una molécula implicada en muchos procesos metabólicos. Seguidamente, pudieron diseñar genéticamente bacterias probióticas para producir lactato.
“Los probióticos no son nada nuevo; todos los hemos visto vendidos como suplementos y comercializados como una forma de promover la salud“, indicó el prof. Quintana. “Al utilizar la biología sintética para lograr que las bacterias probióticas produzcan compuestos específicos relevantes para las enfermedades, podemos aprovechar los beneficios de los probióticos y amplificarlos al máximo”.
Probaron su probiótico en ratones con una enfermedad muy parecida a la EM y descubrieron que, aunque las bacterias viven en el intestino, podían reducir los efectos de la enfermedad en el cerebro. No encontraron bacterias en el torrente sanguíneo de los ratones, lo que sugiere que el efecto que observaron fue el resultado de la señalización bioquímica entre las células del intestino y el cerebro.
“Hemos aprendido en las últimas décadas que los microbios del intestino tienen un impacto significativo en el sistema nervioso central”, recordó el prof. Quintana. “Una de las razones por las que nos centramos en la esclerosis múltiple en este estudio fue determinar si podemos aprovechar este efecto en el tratamiento de enfermedades autoinmunes del cerebro. Los resultados sugieren que podemos”.
Si bien el estudio actual solo examinó el efecto del probiótico en ratones, los investigadores son optimistas de que el enfoque podría trasladarse fácilmente a la clínica porque la cepa de bacterias que usaron para crear su probiótico ya ha sido probada en humanos. Asimismo, están trabajando para modificar su enfoque para las enfermedades autoinmunes que afectan a otras partes del cuerpo, en particular enfermedades intestinales como el síndrome inflamatorio intestinal.
Fuente: Immédico hospitalario