Desde el pasado 3 de julio todas las botellas o briks de plásticos de un solo uso para bebidas de hasta tres litros que se comercializan en la Unión Europea deben tener los tapones y tapas unidos al envase para favorecer su reciclaje y reducir la contaminación que estaban generando estos elementos al desecharse.
Obliga a ello la norma armonizada UNE-EN 17665 que se desarrolló a partir de la Directiva europea 2019/904 de 2019, titulada ‘Envases y embalajes – Métodos de ensayo y requisitos para demostrar que los tapones y las tapas de plástico permanecen unidos a los envases para bebidas’.
Precisamente para garantizar que los fabricantes tuvieran tiempo suficiente para adaptar sus cadenas de producción y cumplir con este requisito de ecodiseño, la entrada en vigor se pospuso en toda la Unión Europea hasta este verano. Si bien, muchas de estas empresas llevan ya tiempo comercializando sus recipientes para bebidas de acuerdo a la nueva exigencia de ‘cierre adherido’.
El requisito se recoge también en la Ley 7/2022 de Residuos y Suelos Contaminados para una Economía Circular que entró en vigor hace dos años en España, enfocada a priorizar una economía más sostenible que reduzca los residuos del packaging y facilite su reciclado, en este caso asegurando que los cierres de este tipo de envases de plástico llegan a las plantas de reciclaje junto a los envases.
Los residuos más abundantes
Los tapones y tapas de plásticos de las botellas y briks de bebidas se habían convertido en los residuos de este material más abundantes en el medio ambiente, con especial intensidad en los mares y en los océanos, como recuerdan en el Instituto Tecnológico del Plástico Aimplas. Y no solo por el mal uso por parte de los consumidores, también porque ante su reducido tamaño, un volumen importante terminaba perdiéndose a su paso por la planta de reciclado.
La contaminación por plásticos es también una seria amenaza a la salud de las personas, ya que los plásticos que acaban en el mar se descomponen lentamente en invisibles microplásticos, que luego son ingeridos por peces y moluscos que terminan en nuestros platos. Y con unos efectos que aún son desconocidos para nuestro organismo.
Por todo ello, la incorporación de nuevos mecanismos resistentes y fiables que garanticen la unión entre el cierre y el envase es una exigencia para los fabricantes de este tipo de envases desde este verano.
“Como toda innovación lleva tiempo adaptarse. Algunas marcas ya han dado con la clave, pero otras todavía tienen mucho que mejorar. No obstante, solo es cuestión de tiempo y el cambio lo desarrollaremos con naturalidad. No es una situación nueva, tenemos en la historia ejemplos similares como por ejemplo las anillas de las latas de refrescos y que actualmente se venden unidas a la lata, funcionan perfectamente y nadie echa de menos las versiones anteriores”, recordaba hace unos días Sergio Giménez, director de Negocio en Aimplas.
Fuente: Techpress