Imagina un mundo donde el gas emitido por los vertederos se pueda convertir en una proteína comestible y que acabe en tu plato como una hamburguesa o un filete de carne.
Eso es en lo que están trabajando unos científicos. Calysta Inc., de California, y String Bio, de la ciudad india de Bangalore, son algunas de las empresas de biotecnología que han descubierto algunas formas de convertir el metano en proteínas.
Las bacterias que se encuentran en el suelo se alimentan de un líquido que contiene gas, provocando un proceso de fermentación similar a la fabricación de cerveza. En lugar de alcohol, la proteína se libera en el agua y se seca en un polvo marrón. El producto ya se está utilizando en la alimentación animal, lo que supone el primer paso para prepararlo para el consumo humano.
Las compañías están apostando a que sus productos ayuden a aliviar la tensión de una creciente población mundial en tierras agrícolas y océanos, mientras que los precios de gas natural se negocian cerca del nivel más bajo en casi dos décadas. String Bio, una empresa emergente que ganó 200,000 dólares en subvenciones del gobierno de la India, y Calysta, respaldada por inversores como la japonesa Mitsui & Co. y Cargill Inc., esperan que la proteína hecha con metano se convierta en un alimento sostenible en el futuro.
“Es mucho mejor convertir el metano en comida que quemarlo”, señaló el director ejecutivo de Calysta, Alan Shaw, un químico con sede en Menlo Park que, en otra empresa, dirigió el proyecto para convertir los residuos de cultivos en combustibles. “¿Qué mejor uso para eso que convertirlo en proteína y ponerlo en el sistema de alimentación humano?”, se preguntaba satisfecho por su hallazgo.
Los vertederos, las plantas de aguas residuales y las granjas producen metano de forma natural cuando la materia orgánica se descompone, y ese gas, según Ezhil Subbian, cofundador de String Bio, puede capturarse y transportarse a una instalación. Shaw dice que la cantidad de metano procedente de esas fuentes es demasiado pequeña como para alimentar económicamente a una gran planta, pero Calysta está trabajando para “reducir” su tecnología y hacerlo factible. Subbian se muestra optimista de que String Bio pueda construir plantas que utilicen biogás metano en los próximos cinco años.
“Estamos trabajando en el desarrollo económico, pero a una escala menor. No es fácil, pero tenemos algunas ideas y estamos trabajando en ello”, comenta.
Por ahora, Calysta usará el gas natural en lugar de biogás en su instalación de 500 millones de dólares en Memphis (Tennessee). En mayo, la compañía recibió 40 millones de dólares en fondos procedentes de inversionistas y espera comenzar a operar en 2019, con el objetivo de tener una capacidad de producción anual de 200,000 toneladas de proteína.
La producción global de alimentos llegó a más de mil millones de toneladas, de acuerdo con las estimaciones de 2017 de Alltech. Mitsui & Co., uno de los inversores, vio una oportunidad comercial dada la creciente demanda de proteínas que no se puede satisfacer a través de la harina de pescado, tal y como apunta Yuhei Saito, quien supervisa el negocio de la nutrición en la empresa japonesa.
String Bio todavía está buscando fondos de inversionistas para comercializar su tecnología, y está produciendo algunos kilogramos por mes en su planta piloto de Bangalore. Los proveedores locales entregan lotes de metano con el que se alimentan las bacterias, que fermentan para producir grupos de proteínas húmedas que se secan y se envían a las aves de corral y a los piscicultores para su análisis.
“Simplemente mezclas la proteína con el alimento regular y das de comer a los animales”, comenta Subbian, un biólogo sintético que trabajó en el desarrollo de combustibles y productos químicos de las plantas. “Me imagino que purificándolo aún más podría estar listo para el consumo humano”, agrega.
Al crear alimentos a partir de gas residual, las compañías dicen que podrán alimentar a las economías emergentes de África, América del Sur y Asia, donde los recursos de tierras cultivables y oceánicas están disminuyendo. Para el 2050 se espera que la población mundial aumente a 9,600 millones, lo que supone un incremento del 61 por ciento de la producción de alimentos, según la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO).
“El gas natural está transformando la economía mundial en este momento debido a su relativa baratura en relación al petróleo y otras formas de carbono. No vas a evitar que las personas usen harina de pescado, pero podrás proporcionar un reemplazo sostenible”, comenta.
Fuente: The Washington Post (vía Infobae)