Es innegable que este alimento tiene una gran reputación en lo que a nuestra salud respecta. Ahora, investigadores japoneses han encontrado que, sin cambiar la dieta, puede ayudar a nuestro corazón.
Aunque no sea nuestro caso, todos conocemos a alguien que siente una gran debilidad por el jugo de tomate. Somos conscientes de que, en general, todos los vegetales que consumimos de forma habitual en nuestra dieta tienen beneficios innegables, pero el tomate destaca mucho más que el resto. Es un alimento riquísimo en flavonoides (una serie de compuestos químicos vegetales que pueden cumplir funciones, muchas de ellas positivas, en nuestro organismo) y se han descubierto una gran variedad de beneficios.
Los investigadores Tamami Odaim, Masakazu Terauchi, Daisaku Okamoto, Asuka Hirose y Naoyuki Miyasaka, de la Universidad Médica de Tokio, en Japón, han publicado un estudio en el que se centraron en averiguar las cualidades cardioprotectoras del jugo de tomate (sin sal). Sus resultados fueron, como mínimo, esperanzadores.
Para llevarlo a cabo, los científicos utilizaron un grupo de estudio compuesto por 184 hombres y 297 mujeres a los que proporcionaron tanto jugo de tomate como ellos quisieran durante todo un año. La cualidad que tenían que presentar las personas que quisieran participar en el estudio era estar en riesgo de sufrir una enfermedad cardiovascular. Es decir, que tuvieran prehipertensión o hipertensión directamente, además de niveles elevados de colesterol.
Los resultados
Los investigadores observaron que, tras un año consumiendo este producto, los sujetos de estudio mostraron cambios sustanciales en su bioquímica, todos ellos positivos. Estos fueron los más notables:
La presión sanguínea sistólica pasó de una media de 141 2 milímetros de mercurio a 137.0 mmHg. Tenemos que tener en cuenta que una sistólica adecuada está situada entre los 80 y los 120 mmHg. Si sus valores están entre los 120 o los 140 mmHg, se considera que el paciente sufre una condición llamada prehipertensión. La sístole es el momento en el que los ventrículos se contraen para enviar la sangre al cuerpo. La derecha envía sangre sin oxigenar a los pulmones y la izquierda la envía al resto de nuestro organismo.
La presión arterial diastólica de los participantes disminuyó de los 83.3 mmHg hasta los 80.9 mmHg. Esta es la que se da cuando la sangre acumulada en las aurículas pasa a los ventrículos y es el punto en el que menor presión sanguínea hay en el cuerpo humano.
Los niveles de colesterol LDL (el malo) decayeron a lo largo de este año desde los 155.0 mg/dL hasta los 149.9 mg/dL. Los valores situados entre los 130 y los 159 mg/dL se consideran que están en un rango superior al deseable, aunque no entran en la categoría de colesterol alto.
Cómo nos afecta a nosotros
Aunque la mejora en estos parámetros de salud no es nada despreciable, la gran mayor parte de estas personas seguía teniendo una presión arterial sistólica elevada y deberá, en todo caso, llevar a cabo cambios en su estilo de vida y, de no dar resultado, un médico debería recomendar tratamientos que aseguren la correcta función cardiovascular para prevenir así las enfermedades cardiovasculares.
En palabras del propio equipo de científicos: “Este estudio es el primero en investigar los efectos del tomate (o de sus productos) sobre los marcadores de riesgo de enfermedad cardiovascular durante el transcurso de un año en una población con un rango de edad variado”.
Fuente: El Confidencial