La fibra dietética es imprescindible para mantener nuestra salud, ya que es el principal alimento de la microbiota intestinal, cuya composición influye en el desarrollo, o prevención, de numerosas enfermedades, que van desde la diabetes hasta la demencia.
Un equipo de investigadoras españolas aporta nuevas pruebas sobre esta relación, al comprobar que la fermentación por la microbiota de la inulina, una fibra dietética soluble presente de manera natural en alimentos como la alcachofa, los espárragos, la cebolla o el puerro, genera un compuesto que ayuda a aliviar el hígado graso no alcohólico -esteatohepatitis no alcohólica (EHNA).
Yolanda Sanz, Alejandra Flor y Marta Olivares, del grupo Microbioma, Nutrición y Salud del Instituto de Agroquímica y Tecnología de Alimentos (IATA), centro del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), han realizado una exhaustiva revisión de datos bibliográficos en los que han analizado cómo la inulina podría ayudar a prevenir la progresión de la esteatohepatitis no alcohólica (EHNA) en ratones, comparando el efecto de esta fibra soluble con el de la celulosa, una fibra insoluble. Los resultados muestran que la inulina es más efectiva que la celulosa para atenuar la acumulación de grasa y la fibrosis, así como para amortiguar la inflamación y el estrés oxidativo, síntomas característicos de la EHNA. Estos resultados se han publicado en la revista Nature Microbiology.
Bacterias y metabolitos
Los metabolitos producidos a partir de bacterias durante el proceso de fermentación tienen una amplia gama de efectos y usos en la naturaleza. Los estudios analizados por las autoras se suman a la creciente evidencia que apoya el papel de los metabolitos originados por bacterias intestinales en la mejora de enfermedades relacionadas con la dieta.
En este caso, la fermentación de la inulina por acción de la bacteria intestinal Parabacteroides distasonis condujo a la producción de ácido pentadeconoico, que ayudó a reducir la esteatosis hepática y la inflamación. Este hallazgo complementa estudios recientes que evidencian que esta bacteria podría contribuir a la reducción del aumento de peso, la hiperglucemia y la acumulación de grasa en ratones con obesidad.
En opinión de estas investigadoras, “los tratamientos con inulina, P. distasonis o ácido pentadeconoico -el resultante de la interacción entre la fibra alimentaria y la bacteria- protegen a los ratones contra el EHNA. Estos tratamientos podrían restaurar la función de la barrera intestinal”.
Sin embargo, los hallazgos en animales no siempre coinciden con lo que realmente sucede en las personas, y así lo señalan las científicas: “En humanos, estos efectos, dependen de más variables que las estudiadas en ratones, como la capacidad de la microbiota de cada individuo para metabolizar fibras específicas o el estilo de vida de cada persona”.
Hecha esta aclaración, aseguran que “este estudio ejemplifica el valor de rastrear los flujos de nutrientes entre la microbiota y el organismo huésped humano para diseñar dietas que modulen la microbiota intestinal, potenciando las funciones microbianas deseadas y así ayudar a mitigar las enfermedades metabólicas con prevalencia creciente”.
Un claro ejemplo de este interés es el hígado graso no alcohólico (EHGNA), que afecta a más del 25% de la población adulta, y es la principal causa de enfermedad hepática crónica (y también de cirrosis y cáncer de hígado en los países desarrollados). La trampa es que no da síntomas a lo largo de su desarrollo, por lo que cuando se detecta ya está en las fases 1 o 2, y aunque generalmente no reviste complicaciones, en algunos casos evoluciona hacia fibrosis -que incluso requiere de trasplante de hígado- y cáncer. El tratamiento consiste, principalmente, en dieta y pérdida de peso.
Fuente: Alimente