Los desechos del aguacate, principalmente pieles y huesos, que se producen en industrias que elaboran guacamole, fueron aprovechados por un grupo de investigadores del Instituto de Hortofruticultura Subtropical y Mediterránea (IHSM) ‘La Mayora’ que incorporaron estos materiales en el desarrollo de un bioplástico a base de papel
El centro mixto del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) y la Universidad de Málaga (UMA) informó que el material cuenta con mayor impermeabilidad, biodegradabilidad y capacidad antioxidante gracias a estos residuos.
Explica que la investigación, publicada en la revista ‘Food Chemistry’, incorporó compuestos bioactivos del aguacate a papel para mejorar las propiedades del bioplástico.
El objetivo de la investigación es introducirlo como material para el envasado de alimentos, por lo que se realizan otras pruebas para de comprobar su capacidad bactericida, informa EFE.
Se trata de un bioplástico empleado en envases de alimentos “activos”, que implica la liberación de sustancias para extender la vida útil de la comida preservada.
Esto permite controlar de manera más adecuada el potencial crecimiento de microorganismos, reduciendo la oxidación y previniendo la pérdida de humedad de la comida.
Este tipo de bioplástico aumenta su biodegradabilidad en agua de mar y su capacidad antioxidante, y contiene compuestos bioactivos presentes en los subproductos de aguacate.
Los subproductos de aguacate para desarrollar el proyecto, fueron facilitados por la empresa Avomix, ubicada en Malaga, España.
Investigadores realizan pruebas con bacterias
De acuerdo a las pruebas efectuadas por los autores del trabajo, este bioplástico funciona como una barrera física antimicrobial que es capaz de retener las bacterias y proteger así los alimentos contenidos por este envase.
Esto se logró luego de varias pruebas realizadas para comprobar las características bactericidas de aguacate. Los investigadores evaluaron las bacterias que se pueden encontrar en alimentos y provocar enfermedades como: ‘Escherichia coli’ y ‘Bacilus cereus’.
La investigación contó con la colaboración de profesionales de la Università degli Studi della Basilicata (Italia), el Instituto de Ciencia de Materiales de Sevilla (España) y la Università degli Studi di Salerno (Italia).
Fuente: Formato 7