Un grupo de investigadores de la Universidad española de Cádiz desarrolló un producto agrocompuesto, formado con residuos de remolacha azucarera, que “reúne las condiciones óptimas” para poder usarse en agricultura y sustituir algunos plásticos contaminantes.
En un comunicado, la Universidad de Cádiz explicó que esta investigación fue publicada en la revista “Journal of Cleaner Production”, y se centra en producir un material que combina polietileno de baja densidad lineal (uno de los materiales termoplásticos más utilizados en bolsas o envoltorios, por ejemplo) con carbocal (subproducto resultante del proceso de separación de los “no azúcares” del jugo extraído en la remolacha azucarera).
La importancia del producto ideado por estos investigadores radica en su composición sostenible e innovadora, y en el hecho de que “es un material respetuoso con el medioambiente y la economía circular”.
Según el estudio, “este novedoso material demostró su eficacia para reemplazar a algunos plásticos sintéticos o derivados del petróleo que son muy demandados y dañinos con el medioambiente”.
Además, estos científicos comprobaron que el uso de este producto contribuye a reciclar los desechos agrícolas que de otra forma se perderían, al tiempo que reduce la huella de CO2, y favorece el uso de materias primas secundarias de alta calidad.
“Los productos derivados de la agricultura se pueden afianzar como un revulsivo para la industria global ya que conllevan un menor coste de producción, muestran un mejor funcionamiento y además aportan propiedades beneficiosas para la sostenibilidad”, sostiene la Universidad de Cádiz.
De esta forma, los investigadores españoles apuntan a la necesidad de desarrollar compuestos basados en la agricultura como una alternativa eficaz para futuras estrategias políticas o empresariales.
El carbocal lo suministra la empresa Nueva Comercial Azucarera S.A. (Jerez) y, el material finalmente obtenido en formato de gránulos (Agrocomposite) fue inyectado en la planta de Torrent Innova S.L. (El Puerto de Sta. María), en la que se obtuvieron con éxito los primeros prototipos a partir de sus propios moldes de inyección.
Fuente: El Nuevo Día