El pasado 1 de enero, la Unión Europea abrió las puertas del mercado comunitario a los insectos destinados al consumo humano.
Los comensales no protestan al ver una enorme cucaracha coronando su plato cuando acuden a un restaurante de las afueras de Bangkok, donde los insectos son el ingrediente principal en el menú.
En México, un estudiante creó una sopa de pasta a base de chapulines y sémola de trigo con altos niveles de proteína, que busca satisfacer las demandas nutricionales de la dieta en su país.
De acuerdo con los expertos, se tiene previsto un desabasto de alimentos a futuro, así como dificultad en la producción suficiente de proteínas para alimentar a la población alrededor del año 2050.
Lubina en salsa de caviar de hormiga, risotto de marisco con chapulines, costillas de ternera con pasta de grillo, vieiras con orugas de bambú, y de postre helado de vainilla con gusanos de seda, son una muestra de la variada carta del establecimiento “Insects in the Backyard” (“Insectos en el patio trasero”), de Bangkok.
“Los insectos son el futuro. Los expertos alertan que el sistema actual de producción de alimentos pone al límite al planeta y los insectos son el mejor sustituto por sus propiedades nutritivas al ser ricos en proteínas, vitaminas y otros micronutrientes”, apunta el chef Thitiwat Tantragarn.
El cocinero tailandés ideó la fusión entre cocina occidental e insectos con el objetivo de atraer a los clientes hacia una nueva experiencia culinaria y como una vía atractiva hacia la ingesta de insectos por parte de seres humanos.
La Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) indicó en un estudio el gran impacto ambiental y consumo de agua de las granjas de ganado bovino y porcino, y cómo los ranchos de insectos y su consumo pueden ayudar a garantizar el desarrollo sostenible de la industria alimentaria.
La FAO identifica más de 1,600 especies de insectos comestibles y señala que en 112 países de Asia, Europa, África, América y Oceanía se practica la “entomofagia” o consumo de insectos.
Desde el primer día de este año, la Unión Europea actualizó su catálogo de la llamada “novel food” (nueva comida). Allí se contemplan los alimentos que no eran consumidos allí antes de 1997, año en que se armó la primera lista.
Aikaterini Apostola, vocera de la Comisión Europea, dijo al respecto: “La nueva regulación mejora las condiciones para que las empresas alimenticias puedan traer fácilmente nuevos e innovadores alimentos al mercado europeo, al tiempo que mantienen un alto nivel de seguridad alimentaria”.
Propiedades y beneficios
Insect Fit es una empresa de España que comenzará a vender barras energéticas a base de harina de grillo. Alberto Mas Gomis, del área comercial, dijo que eligen este tipo de productos porque tienen “tres veces más proteína que la carne, dos veces más calcio que la leche y dos veces más hierro que la espinaca”.
Por su parte, la FAO también destaca su alto valor nutricional y el bajo impacto ambiental de su producción, ya que generan menos gases de efecto invernadero que el ganado tradicional. La nutricionista Mónica Katz aseguró: “Son una fuente de proteína importante y lo van a ser en el futuro. El 50 por ciento del peso de un insecto es proteína”.
En algunos países, idea lejana
La nutricionista Silvina Tasat, presidente de la Sociedad Argentina de Nutrición, explicó que los insectos más proteicos son los que tienen más caparazón. Tasat habló de la posibilidad de su consumo en Argentina –país de origen de esta nota-, y comparó: “En Ghana, por ejemplo, sí se utilizan mucho porque hay hambre y una necesidad de consumir una fuente proteica. Aquí, en la tierra del asado, me parece difícil que se imponga”.
De igual manera, la profesional agregó que “para la cultura argentina, lo que puede caminar más rápido es un polvo proteico que, en vez de ser de soya, sea de alguna fuente de insecto”.
El chef Martín Molteni, uno de los que más investigó en las raíces de la cocina argentina, dijo al citado diario: “En Argentina puede ser que haya algún consumo en particular en alguna cultura recolectora del noreste”. El experto cree que el aval europeo puede ser impulso para difundir estos alimentos, aunque sostiene que el hecho de que ganen en masividad estará ligado a los costos. “Es un recurso nutricionalmente válido. Pero si es caro, no será popular nunca”, y cerró asegurando que el rechazo a este tipo de alimentos es “una cuestión cultural”.
Fuente: Clarín