Cuando vamos a una comida informal con los amigos, la pizza, una hamburguesa o sándwiches son opciones socorridas y ricas (si no nos paramos en criterios de nutrición saludable). La cosa se complica cuando en el grupo hay algún celiaco —el 1% de la población lo es—, sensible o intolerante al gluten.
Para su información, si usted no pertenece a ninguno de estos dos grupos, le explicamos: Celiacos y sensibles o intolerantes coinciden en tener molestias digestivas (hinchazón, vómitos, diarrea, etcétera) después de comer algo con gluten; pero en los celiacos (tienen una alteración genética que hace que su sistema inmunológico reaccione exageradamente al gluten) el problema es mucho más grave porque daña a su intestino delgado. Por el contrario, los intolerantes, también llamados sensibles, no tienen ninguna alteración genética ni desarrollan una reacción inmunológica, su intestino no se daña por ingerir gluten, pero sí se sienten mal después de consumirlo.
Muchos restaurantes y bares incluyen productos sin gluten en su carta, pero hay que buscar esos establecimientos y, cuando se encuentran, los que no pueden ingerir la proteína no siempre encuentran lo que buscan. Sin embargo, quizá no falte mucho tiempo para que la situación cambie radicalmente porque la ‘píldora del día después del gluten’ está cada vez más cerca de ser una realidad que beneficiaría, sobre todo, a los sensibles e intolerantes. Paralelamente, también avanza a buen paso el desarrollo de una vacuna para los celiacos.
La ‘píldora del día después’ del gluten
Diferentes grupos de investigación trabajan desde hace años en una pastilla antigluten. Uno de ellos es el del profesor Hoon Sunwoo, de la Universidad de Alberta, en Canadá, quien ha desarrollado un suplemento a partir de la yema de huevo de gallina que se une al gluten en el estómago y lo neutraliza.
Los resultados obtenidos en el laboratorio han favorecido un acuerdo de colaboración entre el científico y las compañías IGY y Vetanda Group para el desarrollo comercial del suplemento, que podría venderse el próximo año si se cumplen los plazos previstos por los promotores. “Esperamos que este suplemento mejore la calidad de vida de quienes padecen la enfermedad celíaca y la intolerancia al gluten”, dijo al respecto el profesor Suwoo.
La enzima que reduce el gluten
Lo que sí está ya disponible en el mercado norteamericano es la enzima AN-PEP, obtenida de un hongo que impide que buena parte del gluten llegue al intestino delgado (allí es donde se produce la reacción que provoca los síntomas de la sensibilidad a esta proteína: diarrea, hinchazón, etcétera).
Se ha demostrado en un estudio con personas intolerantes al gluten que reduce más del 80 por ciento la cantidad de proteína que llega al intestino. Para este trabajo, 18 personas con sensibilidad a esta sustancia comieron una papilla que incluía dos galletas de harina de trigo, y después tomaron una dosis de AN-PEP. A las tres horas de la comida, los investigadores midieron los niveles de gluten en el estómago y en el intestino delgado, y constataron los bajos niveles de gluten.
“No sugerimos que esta pastilla otorgue a los intolerantes y sensibles al gluten la capacidad de comer grandes cantidades de pizza o pasta, pero sí que pueden sentirse mejor si lo consumen por error”, afirmó Julia König, doctora de la Universidad de Orebro (Suecia). Estos resultados fueron presentados en la Digestive Disease Week (DDW) 2017, la mayor reunión internacional de especialistas en gastroenterología, celebrada el mes pasado en Chicago (Estados Unidos).
Miguel Fernández Arquero, del Servicio de Inmunología del Hospital Clínico San Carlos, de Madrid (España), considera que el suplemento a partir de yema de huevo y la enzima del hongo puede actuar como la píldora del día después en personas con problemas al gluten, para las que “puede ser una solución parcial” al reducir la cantidad de gluten que pasa a su intestino. Pero, recalca, “está claro que un intolerante o un celiaco no podrá comer una pizza entera, aunque sí podrá tomar unas porciones y, si se excede, le pasará factura porque es un efecto de dosis-respuesta (cuanta más cantidad de proteína se tome, más fuerte será la reacción)”.
Por su parte, el profesor Eduardo Arranz, de la Universidad de Valladolid y miembro de la Sociedad Española de Enfermedad Celiaca, destaca que “lo primero que hay que hacer es mantener la dieta sin gluten”, pero admite que las pastillas antigluten “sí pueden evitar riesgos al comer fuera de casa, ya que no existe la completa seguridad de que la comida está totalmente libre de gluten”.
Una vacuna que avanza a buen paso
A los especialistas en este tema, lo que les interesa verdaderamente es el desarrollo de una vacuna contra el gluten. La revista ‘The Lancet’ publicó el pasado mes de mayo los resultados positivos de cuatro ensayos en fase 1 de la vacuna Nexvax2. Se confirmó su seguridad, tolerabilidad y bioactividad, lo que da “una sólida base para avanzar en el desarrollo clínico de una vacuna terapéutica para pacientes celiacos con una dieta libre de gluten”, asegura Leslie Williams, directora ejecutiva de Immusah T, la compañía que ha apostado por esta línea de investigación.
A pesar de que aún se encuentra en Fase I, se percibe el optimismo. “Con esta vacuna se restauraría la tolerancia a estas proteínas y por eso se dice que es terapéutica”, explica el profesor Arranz. Aunque aún quedan muchos aspectos por pulir: “En la celiaquía hay mucha variabilidad entre sujetos, tanto genética como de manifestaciones”, acota el experto. Determinar la dosis más apropiada para cada paciente o qué proteínas tiene que incluir la vacuna —”hay diferencia en los glútenes de distintos países”, aclara Arranz— serán algunos de los próximos retos.
Con la prudencia debida, las perspectivas pintan bien. Arranz es optimista con la vacuna: “Sí pienso que puede haber una vacuna curativa para determinados tipos de celiaquía”. Entonces, ¿los celiacos podrán comer lo que quieran? “En un futuro un celiaco sí podría comer pizza y bocadillos de una forma controlada, hasta su umbral de tolerancia, aunque no podrá tomar todo lo que desee”, concluye Miguel Fernández.
Fuente: El País