La producción mundial de carne aumentará un 20% para 2030, según las proyecciones de la Organización de la ONU para la Alimentación y la Agricultura (FAO).
En un nuevo informe difundido hoy, destaca que el 77% del incremento en la producción de carne se dará en los países en desarrollo (sobre todo en Argentina, China, Brasil, la India, México y Pakistán) y el 23 % en los más desarrollados.
El mercado, influido principalmente por la demanda de pollo, seguirá estando dominado por los mayores productores, en concreto por Brasil, China, la Unión Europea y Estados Unidos.
La demanda de los productos animales en su conjunto crecerá un 70 % entre 2005 y 2050, en especial en países en desarrollo donde el consumo de alimentos procedentes de los animales es bajo.
El director del Instituto Internacional de Investigación sobre Políticas Alimentarias (IFPRI), Shenggen Fan, recordó en la presentación del informe que, en la mayoría de países de Asia y África, el consumo de carne está entre 10 y 12 kilogramos per cápita al año.
A su juicio, ese “déficit de acceso a la proteína animal” debe reducirse, entre otras cosas, para que los niños no tengan carencias de nutrientes que les hagan sufrir retrasos en su crecimiento.
El experto de la FAO Alejandro Acosta, autor del informe, agregó que la ganadería contribuye al 33% de las proteínas que las personas toman a nivel mundial y al 17% de las calorías.
Hasta 1 300 millones de personas trabajan en las cadenas de productos ganaderos, un sector que representa un 40% de la producción agrícola en los países ricos y un 20% en los pobres, según la ONU, que calcula que unos 500 millones de pobres dependen de los animales para sobrevivir.
Un problema de sostenibilidad está relacionado con el uso de agua que requiere la producción ganadera, que toma el 30% de los recursos hídricos destinados a la agricultura (que a su vez absorbe el 70% de todo el agua dulce disponible).
También preocupan sus emisiones directas de gases de efecto invernadero, que suponen un 8% del total (14.5% si se suman otras indirectas como las derivadas del transporte, el procesamiento o el uso energético).
En ese sentido, Acosta destacó que esas emisiones se pueden recortar hasta un 30% con mejores prácticas y tecnologías, al tiempo que las personas más pobres pueden ser más resilientes al clima si cuentan con animales entre sus activos.
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Fuente: EFE