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Las semillas de lino benefician la salud intestinal y reducen la obesidad

Hasta el momento —porque hay que recordar que cada día los nuevos descubrimientos convierten nuestro entendimiento de la microbiota en obsoleto—, existen dos nutrientes fundamentales para mantener a las bacterias dentro de nuestro tracto intestinal en buen estado: los probióticos y los prebióticos. Los primeros son alimentos (o medicamentos) que contienen bacterias propiamente dichas. Los segundos se caracterizan por ser nutrientes que nuestras bacterias necesitan; no aumentan su población, pero las mantienen sanas y fuertes.

La importancia de la microbiota se está investigando a diario. Miles de científicos a lo largo y ancho del mundo estudian sus efectos, que van desde algo tan simple como un buen tránsito intestinal a la prevención de enfermedades metabólicas o incluso neurodegenerativas, como la enfermedad de Parkinson. Los mencionados descubrimientos no se limitan a las funciones metabólicas de la flora intestinal, sino a la relación que tiene su diversidad y población con estas o cómo interactúan y son alteradas por diferentes nutrientes y fármacos.

Volviendo al tema de los probióticos y los prebióticos, un importante avance ha tenido lugar en los últimos meses. Los investigadores Tulika Arora, Olga Rudenko, Kristoffer Lihme Egerod, Anna Sofie Husted, Petia Kovatcheva-Datchary, Rozita Akrami, Mette Kristensen, Thue W. Schwartz y Fredrik Bäckhed, del Centro para la Investigación Metabólica de la Novo Nordisk Foundation, adscrito a la Universidad de Copenhague, han publicado un estudio en el que se investigó la fermentación de un alimento muy de moda, las semillas de lino, dentro del propio intestino y sus efectos sobre el metabolismo, la microbiota y el peso.

El mecanismo

En el momento de empezar su estudio, los investigadores (y en gran medida todos nosotros) ya sabían que la fibra es una parte fundamental de la dieta humana, pero que requiere “la acción enzimática de la microbiota intestinal para, a través de un proceso de metabolización, llegar a ser ácidos grasos de cadena corta (SCFA por sus siglas en inglés)”. Estos SCFA son moduladores del ritmo metabólico del huésped. Para investigar las propiedades de la semilla de lino (uno de los alimentos con mayor contenido de fibra), los investigadores administraron a los sujetos (ratones en este caso) cuatro tipos de dietas diferentes. El primer grupo, el de control, llevó una dieta estándar que tenía un 4.6% de fibra de soya. El segundo grupo siguió una dieta alta en grasas y sin fibra. El tercero y el cuarto sí que tenían fibra, el primero un 10% basada en celulosa y el segundo un 10% de fibra de semilla de lino.

Tanto antes, durante, como después del estudio, los investigadores midieron la cantidad de oxígeno que los ratones consumían, la cantidad de CO2 que producían como desecho, la comida y el agua que ingerían, su peso, la cantidad de energía gastada, los niveles de bacterias (y tipos) en su microbiota y los niveles de tolerancia a la glucosa durante un periodo de 12 semanas.

Los resultados

Aunque ya se esperaba al inicio del estudio, el grupo que peor resultados obtuvo en cuanto a diversidad y cantidad de bacterias fue el que seguía una dieta alta en grasas y sin fibra, pero resultó que al final del estudio era también el que mayor cantidad de las especies de microorganismos que se asocian a una mayor prevalencia de la obesidad tenía. Las grandes sorpresas llegaron de la mano de la comparación del grupo que sólo tomaba celulosa como fuente de fibra frente al que únicamente consumía fibra de semilla de lino. Los segundos “eran más activos físicamente y ganaban menos peso que cualquier otro grupo, incluido el de control, a pesar de su dieta alta en grasas”. También, como especifican los investigadores, los que comían semillas de lino tenían un mejor control sobre sus niveles de glucosa en sangre y más ácidos grasos beneficiosos.

Fuente: El Confidencial

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