Un grupo de investigadores de la Escuela de Medicina de Harvard está trabajando en el desarrollo de un sensor o detector de bolsillo de alérgenos alimentarios. El prototipo es capaz de detectar cinco alérgenos diferentes en menos de 10 minutos y en concentraciones muy reducidas, por debajo de los límites marcados por las agencias reguladoras. Es un sensor cuyo costo será previsiblemente reducido y se podrá actualizar para ampliar la lista de alérgenos a detectar.
A lo largo de los años hemos conocido el desarrollo de sensores y detectores cuya finalidad es poder detectar diferentes tipos de alérgenos en los alimentos de forma precisa, rápida y fiable; son pequeños dispositivos que se pueden llevar en el bolsillo y que son de gran ayuda para quienes sufren alergia a las proteínas presentes en los cereales, los frutos secos, los productos lácteos, etcétera. Los sistemas que se desarrollan son cada vez más avanzados, precisos, pequeños y económicos, algo que agradecen quienes padecen intolerancias o alergias alimentarias.
Hoy conocemos una investigación que están realizando expertos de la Escuela de Medicina de Harvard para el desarrollo de un detector de bolsillo de alérgenos alimentarios, se trata de un sistema portátil de detección denominado ‘Prueba de antígeno exógeno integrado’ (integrated Exogenous Antigen Testing, iEAT) que, de momento, es capaz de detectar alérgenos de las avellanas, los cacahuates, la leche, el trigo y los huevos, en niveles inferiores a los que se detectan en las pruebas estándar de laboratorio.
Este sistema se considera una herramienta ideal para evitar los alérgenos de alimentos que hayan sido mal etiquetados o que hayan sufrido contaminación cruzada.
Dado que se trata de un detector portátil, se puede llevar a un restaurante para asegurarse de que la comida que se va a consumir no porta ningún alérgeno que pueda provocar una reacción anafiláctica: reacción inmunitaria generalizada del organismo ante una sustancia que puede inducir una reacción de hipersensibilidad (alérgica) en personas susceptibles y que supone una de las complicaciones más graves con riesgo de muerte.
El sensor está formado por un dispositivo desechable para la extracción de los alérgenos presentes en los alimentos, un lector electrónico tan pequeño como un llavero que se encarga de realizar el análisis y envío de los datos, y una aplicación móvil (App) que muestra los resultados señalando la posible presencia y cantidad de alérgenos de la muestra.
El prototipo de sensor tarda menos de 10 minutos en realizar todo el proceso y mostrar los resultados, con un nivel de detección tan preciso que identifica los alérgenos en cantidades inferiores a los límites marcados por las agencias reguladoras de salud y seguridad alimentaria.
El detector de alérgenos iEAT tiene un precio de sólo 40 dólares (unos 33.5 euros o ), siendo más económico que otros pequeños dispositivos que hemos conocido anteriormente, como el sensor de gluten portátil desarrollado por la startup 6SensorLabs, cuyo precio rondaba los 115 euros. Como decíamos, iEAT puede detectar varios alérgenos de forma rápida y precisa, en las pruebas realizadas con los platos y bebidas de un menú de un restaurante el sensor detectó en menos de 10 minutos la presencia de gluten en una ensalada y proteínas de huevo en una cerveza.
De momento el aparato es capaz de detectar cinco alérgenos, pero los investigadores comentan que se pueden realizar las modificaciones oportunas para ampliar la lista de alérgenos que se podrán detectar. El dispositivo no sólo será de ayuda para quienes sufren alergias e intolerancias, también será una herramienta efectiva para la industria alimentaria y los operadores implicados en la elaboración de alimentos, a fin de poder certificar que los productos no contienen alérgenos potencialmente peligrosos.
iEAT supone una gran ventaja frente a la tecnología convencional en la que se utilizan equipos más grandes y complejos para la detección de alérgenos, que además de tardar más tiempo no detectan concentraciones tan reducidas como las que detecta el nuevo sistema.
Fuente: Gastronomía y Cía.