Los envases se han convertido en un elemento de especial importancia en la industria alimentaria, puesto que son el elemento principal que garantiza que un alimento es seguro para su consumo, evitando tanto el crecimiento de microorganismos potencialmente dañinos, como el deterioro del producto o la contaminación cruzada, muy perjudicial para las personas con alergias o intolerancias. Asimismo, alarga la vida útil del producto, elimina olores y posibilita un transporte y almacenamiento más higiénico.
En este contexto, la carrera por lograr el envase perfecto comenzó hace unos años, y aún no ha terminado. Hace una década lo fundamental era que éstos garantizasen la seguridad alimentaria de los productos y alargasen su frescura y vida útil lo máximo posible, y la sostenibilidad aparecía prácticamente como un hecho residual. En 2013, triunfaban los envases de plástico o los metálicos, y no fue hasta 2017 cuando el plástico PET reciclado (rPET) empezó a hacer una aparición más o menos masiva en el conjunto de la industria alimentaria, unido a un cierto debate sobre su capacidad de mantener la seguridad alimentaria.
Tras haber superado aquel reto, hoy en día se tiene principalmente en cuenta el frenético ritmo de vida de los consumidores, por lo que resulta necesario tanto la garantía de una protección adecuada como la facilidad para que el producto se pueda consumir en cualquier lugar.
Para lograrlo, equipos formados por químicos, nutricionistas, chefs, informáticos e ingenieros se unen para ir un paso más allá, trabajando para diseñar no solamente envases seguros, prácticos y que faciliten el cocinado, sino que, además, sean reciclados, reciclables o, incluso, compostables o reutilizables.
Además, para los consumidores es fundamental que el ‘packaging’ sea respetuoso con el medioambiente, lo que supone todo un reto para la industria alimentaria y, especialmente, para los fabricantes de platos preparados, que trabajan para adecuarse rápidamente a estas dos nuevas exigencias.
Es así como tendencias que van desde el ecodiseño –práctica que busca reducir el impacto ambiental de los productos a lo largo de su ciclo de vida, desde su diseño hasta su eliminación– hasta la eliminación del plástico superfluo o su sustitución por otros materiales como el vidrio o el cartón, o incluso el uso de envases que emplean plástico recuperado de los mares y océanos, triunfan cada vez más entre fabricantes y consumidores.
“Muchas de las compañías del sector van por delante de la legislación en su compromiso con el medio ambiente y, en especial, la adecuada gestión del plástico. De hecho, la gran mayoría ya ha adoptado medidas como el rediseño, la reducción de peso del envase o el empleo de plástico reciclado para tratar de minimizar la presencia de este material en sus formatos, demostrando su firme compromiso con el cuidado del medioambiente”, explica Álvaro Aguilar, secretario general de la Asociación Española de Fabricantes de Platos Preparados (Asefapre).
Fuente: Interempresas