La revista científica Nutrients ha publicado el primer Consenso Iberoamericano sobre edulcorantes “bajos en” o “sin calorías”, que clarifica el papel que desempeñan estos edulcorantes como sustitutos del azúcar y otros edulcorantes calóricos.
El principal objetivo del documento, tal y como señala Lluís Serra-Majem, catedrático de Medicina Preventiva y Salud Pública, director del Instituto de Investigaciones Biomédicas y Sanitarias de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria y presidente de la Fundación para la Investigación Nutricional (FIN) es “proporcionar información útil y basada en la evidencia científica para contribuir a la reducción del consumo de azúcares añadidos a partir de alimentos y bebidas, en línea con las recomendaciones propuestas por las autoridades internacionales de salud pública”.
Los expertos han destacado “la seguridad de los edulcorantes bajos en o sin calorías, que ha sido minuciosamente revisada y aprobada, que conlleva la autorización de los mismos por organismos reguladores de salud de todo el mundo, incluida la Organización Mundial de la Salud (OMS), la Administración de Alimentos y Medicamentos de los Estados Unidos (FDA) y la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA)” explica Susana Socolovsky, doctora en Ciencias Químicas de la Universidad de Buenos Aires y Presidenta de la Asociación Argentina de Tecnólogos de la Alimentación. “Recientes revisiones sistemáticas y meta-análisis han evaluado y confirmado los beneficios de este tipo de edulcorantes en pacientes con diabetes por su contribución a la mejora del control glucémico, cuando se utilizan para sustituir azúcares” según Hugo Laviada, coordinador del grupo en investigación en Nutrición y Metabolismo de la Universidad Marista de Mérida, Yucatán.
Un etiquetado claro
Los edulcorantes “bajos en” o “sin calorías” proporcionan sabor dulce con una baja cantidad o sin calorías y se pueden incorporar a multitud de productos del sector de la alimentación y las bebidas.
El etiquetado de los alimentos relacionado con los aditivos alimentarios debe cumplir los requisitos establecidos en cada una de las zonas de mercado donde se comercializan los productos. Además, cuando un alimento o bebida contenga aspartamo o sales de aspartamo-acesulfamo, la etiqueta del producto debe llevar la frase “contiene una fuente de fenilalanina”, debido a que hay personas que padecen fenilcetonuria.
Socolovsky recordó que “el objetivo es que el consumidor esté siempre debidamente informado y pueda reconocer la presencia de estos ingredientes en los alimentos a su alcance. Es necesario que el consumidor esté capacitado para leer y comprender las etiquetas de los alimentos, por lo que deben fomentarse campañas destinadas a fortalecer la educación del consumidor”.
Guías alimentarias para los sustitutos del azúcar
El documento recomienda que el consumo de azúcar añadido aporte como máximo el 10% de la ingesta energética, por lo que el uso de edulcorantes bajos en o sin calorías en la reformulación de productos alimentarios podría ser una estrategia útil y sostenible para alcanzar este objetivo. A este respecto, Sérgio Cunha Velho de Sousa, del Hospital Pediátrico del Hospital Universitario de Coimbra, en Portugal, indica que “los azúcares presentes en los alimentos tienen otras funciones más allá del aporte de sabor dulce, por lo tanto, no siempre es posible eliminarlos o reemplazarlos totalmente sin afectar a su calidad y estabilidad”.
Cunha Velho de Sousa añade que “se requiere un diálogo con los fabricantes de alimentos y bebidas para debatir acerca de la reformulación de los productos para reducir el consumo de azúcares añadidos y/o reemplazar el contenido total o parcial de azúcar por edulcorantes bajos en o sin calorías. Además de la reformulación, también deberían plantearse otras estrategias como la reducción del tamaño de las porciones”.
Este consenso pone de manifiesto la necesidad de facilitar al consumidor una información rigurosa y de calidad, transparente y fácil de entender. Los consumidores tienen acceso a muchas fuentes de información, no todas fiables, sobre alimentación, nutrición y salud, lo que a menudo puede generar conceptos erróneos y una confusión innecesaria en la población. Una comunicación más sencilla y directa se vuelve imprescindible.
Fuente: Gaceta Médica