Desde hace un tiempo, los productores de alimentos lácteos obtenidos por fermentación de precisión buscan la aprobación de la EFSA, ya que quieren introducirlos en el mercado de la Unión Europea. Sin embargo, presentaron solicitudes para la aprobación de nuevos alimentos que no eran correctas, ahora han vuelto a presentarlas y si todo se desarrolla correctamente, en un par de años se podría comercializar la “leche de vaca” sin vacas en el mercado comunitario.
Ya hace algunos años os hablábamos de Perfect Day, una bebida que imita a la tradicional leche de vaca en todos los sentidos, tanto a nivel organoléptico como a nivel nutricional. Esta “leche sintética” se elabora con fermentación de precisión, es decir, utilizando levaduras modificadas genéticamente para la producción de proteínas y nutrientes que están presentes en plantas y animales. Otro ejemplo que se puede citar es la startup New Culture que elabora “queso de leche de vaca” pero sin leche de vaca, con la ayuda de microorganismos alterados genéticamente para que produzcan proteínas de caseína. Estos son sólo dos ejemplos, pero hay muchos más.
Pues bien, hoy podemos saber que algunos productores de alimentos lácteos obtenidos por fermentación de precisión han realizado la correspondiente solicitud en el procedimiento de autorización de nuevos alimentos para obtener la aprobación y poder introducirlos en la Unión Europea. De momento, sólo dos empresas han realizado la solicitud, la mencionada Perfet Day y Remilk, una empresa israelí cuya petición es para la aprobación de la beta-lactoglobulina, una proteína que se encuentra en el suero de la leche de vaca y de otras especies de rumiantes, y la levadura Komagataella phaffi, elementos con los que elabora “leche” y otros “derivados lácteos”.
Ambas empresas aseguran que sus productos lácteos son indistinguibles de los lácteos tradicionales en todos los sentidos, pero con la particularidad de que no contienen elementos indeseados como los antibióticos, restos de pesticidas u otras sustancias similares, y no se asocian a la aparición de toxiinfecciones alimentarias. A esto añaden que se trata de productos más éticos y sostenibles, gastan muchos menos recursos que la ganadería tradicional, y no tienen los problemas asociados a la producción animal.
Fuente: Gastronomía & Cia.