La industria alimentaria representada por la Federación de Alimentos y Bebidas del Reino Unido (Food and Drink Federation, FDF), ha emitido un comunicado en el que asegura que ha reducido el azúcar en sus productos un 12.1% en los últimos cinco años; el contenido de sal también se ha reducido, a una media de un 11.4%, atribuyendo estos valores a los trabajos realizados durante los últimos 15 años en la reformulación de alimentos y bebidas, la reducción de los tamaños de las raciones y la innovación para el lanzamiento de productos más saludables.
Lo cierto es que 15 años para reducir esos porcentajes suena ridículo, por otro lado, las mayores reducciones se han experimentado en los últimos años como consecuencia de la presión social, la introducción del un impuesto del azúcar, etcétera. Ahora, la Food and Drink Federation se presenta como una organización que está haciendo lo posible por mejorar la dieta de la población del país y, por tanto, la salud de los consumidores. Esto nos recuerda al estudio presentado por Consumer Goods Forum (CGF), organización del sector de la industria a la que pertenecen fabricantes, proveedores de servicios y otros sectores relacionados de 70 países del mundo, que aseguraba que en 2016 se reformularon 180,000 productos para reducir el contenido en azúcar y sal; aunque era verdad, se computaban reducciones insignificantes.
También merece la pena citar el llamamiento realizado el año pasado por la FoodDrinkEurope para que las empresas europeas trabajen para ayudar a mejorar la dieta de la población, promuevan la nutrición de calidad y también el estilo de vida saludable. Con esto queremos decir que la industria alimentaria se esfuerza cada vez más por mostrar una cara amable, por denotar que se preocupa por la alimentación y la salud del consumidor; pero parece más una cortina de humo para intentar olvidar la realidad, que las empresas alimentarias han sido parte importante en los problemas de salud asociados a la alimentación.
Muy poco fructífero ha sido ese trabajo realizado por la industria en los últimos 15 años en el Reino Unido, la prueba es lo que ha ocurrido en los últimos dos o tres años en como consecuencia del abuso del consumo del azúcar y de la sal. El caso es que el informe de la FDF parece ensalzar el trabajo realizado, pero apuntando que, aunque juegan un papel importante en la lucha contra problemas como el sobrepeso y la obesidad, no pueden hacerlo solos, pues es necesaria una colaboración con el gobierno y con organismos del Reino Unido. Se asegura que la industria está comprometida a ser parte de la solución para mejorar la dieta los consumidores del país, y eso se refleja en el informe.
Ahora se pide colaboración, pero olvidan que en varias ocasiones se han llegado a acuerdos con el Gobierno para mejorar la calidad de los alimentos mediante acciones de carácter voluntario, un grave error por parte del gobierno ya que está sobradamente demostrado que este tipo de iniciativas voluntarias siempre han caído en saco roto. Esto es otra puesta en escena más de la industria, una estrategia con la que se pretende convencer a los consumidores de sus buenas intenciones, pero en realidad se ha visto forzada a iniciar un cambio.
Informe de la industria alimentaria del Reino Unido
Según el informe, los miembros de la FDF han reducido las calorías de la cesta de la compra un 5.5%; además, el ritmo de trabajo se está acelerando para lograr una reducción más efectiva, sea mediante la reformulación de productos u ofreciendo raciones más pequeñas.
Pero no hay que olvidar que recientemente entró en vigor el impuesto de los refrescos en el Reino Unido, algo que ha obligado a los fabricantes a reformular sus productos a fin de intentar evitar el pago de impuestos por las bebidas que contienen más azúcar. A esto hay que sumar que existe el temor, por parte del sector de la confitería y los chocolates, de que en un futuro a corto o medio plazo se introduzca un impuesto del 20% en sus productos, algo que solicita desde hace tiempo la agrupación Action on Sugar (AoS); estas parecen ser las verdaderas razones de que se aceleren los trabajos para reducir el contenido en azúcar.
Que los fabricantes de alimentos y bebidas declaren que han sido durante muchos años participantes activos en la lucha contra la obesidad suena a chiste. Declaran que lo van a ser en los años venideros, evidentemente obligados por la presión y los impuestos, pero no porque la iniciativa haya surgido de ellos. Según el director ejecutivo de la FDF, los consumidores del Reino Unido tienen acceso en la actualidad a una gama más amplia de alimentos y bebidas seguros, de alta calidad, nutritivos y a cualquier precio, más que nunca. Pero si analizamos los estudios realizados por Action on Sugar, comprobaremos que esto no es correcto; se puede citar uno de muchos ejemplos, como un análisis de las cremas de cacao y avellanas, compotas y mermeladas del año pasado.
Hablando de la sal, los datos no concuerdan con los aportados por otros estudios como el realizado por Consensus Action on Salt and Health (CASH) en 2016, donde se denunciaba que algunos alimentos que se comercializaban en el país contenían más sal que años atrás, delatando que las políticas de reformulaciones voluntarias de la industria alimentaria no funcionaban.
Con este ingrediente se debería hacer lo mismo, imponer una tasa que, seguramente, provocaría que los alimentos se reformularan a una marcha acelerada. Por cierto, el reducir el contenido en azúcar y sal, puede llevar como contrapartida el aumento del contenido en grasas saturadas, lo que indicaría que los productos reformulados podrían no ser tan saludables. A esta conclusión llegaba un estudio realizado por el Departamento de Agricultura del Gobierno Estados Unidos (USDA) que fue presentado a principios de año, ¿ocurrirá lo mismo en el Reino Unido?
Fuente: Gastronomía y Cía.