El 3 de junio, París abrirá las puertas a su primer museo dedicado completamente al queso. Estará ubicado en la histórica Isla Saint-Louis en el corazón de la ciudad, y en un edificio de piedra de más de 500 años. Con una extensión de 300 metros cuadrados, el Musée du Fromage promete ser un paraíso para los amantes del queso y una aventura educativa para los curiosos.
Pierre Brisson, fundador del museo y apasionado quesero, soñó con este proyecto durante más de una década. Según contó en una entrevista a Euronews: “La idea es transmitir la pasión y el asombro de la elaboración del queso”.
Francia es sinónimo de queso: tiene 246 variedades. Entre las más famosas están roquefort, brie, morbier, cantal y el camembert. Esa pasión por el queso se respira en el aire, y Brisson quiere que su museo sea una manifestación de esta riqueza cultural.
El nuevo museo no será sólo una galería de exposiciones. “Será un museo vivo”, explicó Brisson en Le Parisien. Este enfoque interactivo permitirá a los visitantes participar activamente en la fabricación del queso. Las demostraciones en vivo y los talleres educativos serán el alma del museo, luego se podrá degustar y, por último, comprar un souvenir en caso de que se desee. Ofrecerá, así, una experiencia inmersiva que va más allá de la simple observación.
La primera parada del recorrido del museo es una sección dedicada a la historia y la cultura del queso. Presentaciones multimedia e instalaciones interactivas proporcionarán a los visitantes un profundo conocimiento de las variedades de quesos, sus orígenes y métodos de elaboración.
La segunda parada y uno de los puntos culminantes del museo será la fábrica de quesos, donde los visitantes podrán observar el proceso de elaboración en tiempo real. “Podremos ver a un quesero que, a lo largo del día, elaborará diferentes quesos, con el objetivo de un verdadero intercambio con el turista”, explicó Brisson. “La gente también podrá hablar con el quesero, así que esa es una parte importante de lo que hacemos”, agregó.
Además, en la tercera estación, habrá una gran mesa para degustaciones inmersivas, donde todos los sentidos estarán en juego: “Trabajamos con muchos agricultores tradicionales, por lo que queremos que la gente sienta que está viajando cuando pruebe el queso”. Si el viaje surtió efecto el visitante podrá comprar el queso que más le haya gustado en la última estación del museo.
Una iniciativa
El problema de la fuga de talentos también es una preocupación para Brisson, que es el creador de Paroles de Fromagers, una escuela de elaboración de queso. Las escuelas de la industria, como la Escuela Nacional de la Industria Láctea (ENIL), están teniendo dificultades para encontrar jóvenes interesados en estas profesiones, aunque son bastante bien remuneradas.
Brisson espera que su museo también inspire laboralmente a los visitantes. “Hay un verdadero problema vocacional. Queremos que los visitantes consideren unirse a esta profesión”, contó el maestro quesero.
Y sobre el problema explicó: “Cada vez más gente abandona el campo y además no es un trabajo fácil. Es un trabajo bien remunerado, porque un buen quesero gana bien, no hay problema. Pero sigue siendo un trabajo de producción, por lo que cada día se produce el mismo producto, hay que seguir muy estrictamente los tiempos. Hay que ser muy meticuloso en el trabajo”.
Otra de las misiones de este museo será educar al público sobre la importancia de la calidad en la elaboración del queso. “Si quieres hacer un buen queso, necesitas hacer una buena leche”, enfatizó Brisson. Y cerró la explicación: “Para hacer una muy buena leche, es necesario tener animales bien tratados”.
Más que nada, el Musée du Fromage será un recordatorio de la importancia de apreciar cada etapa del proceso de producción del queso. Desde la leche hasta el queso curado, cada etapa es un testimonio de habilidades compartidas a lo largo de generaciones. “Siempre me sorprende el hecho de que sólo con leche se puedan producir tantas variedades diferentes de queso”, expresó Brisson. Y concluyó: “Es algo mágico”.
Fuente: Infobae