En 2050 seremos 10,000 millones de personas. Para entonces, el planeta no podrá soportar un consumo como el actual. La carne creada en laboratorio propone una revolución ambiental, filosófica y gastronómica.
El mundo vive una emergencia climática. Y gran culpa de ello la tiene nuestra dieta. Según un análisis publicado por el Worldwatch Institute de Washington en 2009, el 51% de las emisiones de gases de efecto invernadero procede de la cría y procesado del ganado. La ganadería usa el 80% de la superficie agrícola del mundo y se lleva el 40% de la producción mundial de cereales. Además, el ganado industrial y sus flatulencias representan casi el 14.5% de todas las emisiones.
También está en juego el agua: la producción de carne consume el 10% de los recursos hídricos del planeta. Un breve y demoledor ejemplo: si para producir una hamburguesa hacen falta 2,400 litros de agua, imagínense qué ocurriría si los 9,700 millones de personas que seremos en el planeta en 2050 las consumiéramos todos los días.
Los cereales, que han sido la dieta básica de la mayoría de la población durante siglos, apenas necesitan agua en comparación con la carne y lo mismo ocurre con las legumbres. Un kilo de lentejas se consigue con 250 litros de agua. Un kilo de trigo, con 1,500 litros. Un kilo de carne de ternera, en cambio, necesita 15,000. Pero la fiesta no tiene pinta de terminar. Diversos estudios señalan que en 2050 la demanda de carne aumentará un 73%. A este ritmo, no nos queda planeta para tanto bistec. Y eso sin tener en cuenta el enorme sufrimiento de tanto animal sacrificado, ahora que la neurociencia confirma lo que ya sospechaban los animalistas.
Cultivos in vitro
Ante esta emergencia alimentaria y ambiental, además de por razones éticas, la carne artificial creada en laboratorio comienza a vislumbrarse como una opción de futuro. Carne sabrosa que no implica el sacrificio de ningún ser sensible, donde no hay que talar árboles para plantar la soya con la que se alimenta al ganado industrial y en la que no se requieren cantidades enormes de agua ni diésel. Carne sin muerte y que no consume los cada vez más escasos recursos.
Nuevos gurús abrazan la carne de laboratorio como la única salida para un planeta hambriento, empático con los animales y en un entorno de emergencia climática. Uno de los principales profetas de esta nueva categoría alimenticia es Mark Post, farmacólogo de la Universidad de Maastricht. Post es profesor de Fisiología Vascular en la Universidad de Maastricht y de Angiogénesis en ingeniería de tejidos en la Universidad Tecnológica de Eindhoven.
Su empresa MosaMeat parte de las células madre de las vacas para generar toneladas de fibras musculares en laboratorio. De cada célula madre de vaca se pueden obtener, asegura, “hasta 10,000 kilos de carne” en un entorno eficiente que reduce la cantidad de tierra necesaria “en un 95%, el agua dulce en un 90% y la energía en un 60%”. Su producto, que se presentó en Londres en 2013, ha logrado el sabor y la textura de la carne. Post, a quien avalan inversores de renombre como Sergey Brin, cofundador de Google, o el CEO de Virgin, Richard Branson, calcula que ha llegado el momento para que esta carne in vitro dé el salto desde los laboratorios hasta los supermercados.
La producción de carne cultivada necesita un 90% menos de agua y un 60% menos de energía
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Fuente: Retina (El País) y Alfa Editores Técnicos