Un estudio halla una relación clara entre la presencia de virus caudavirales (un tipo de virus que crece en el interior de las bacterias intestinales) y el desarrollo de funciones cognitivas
Varias investigaciones de los últimos años sugieren que la composición bacteriana del microbioma intestinal afecta a la función cerebral y a la salud neurológica. La población bacteriana en el intestino es el mayor reservorio de bacterias en el cuerpo.
Estudios recientes han demostrado que el huésped y la microbiota intestinal son un excelente ejemplo de sistemas con interacciones mutuamente beneficiosas. Otros trabajos también han revelado un vínculo entre los trastornos del estado de ánimo y los daños a la microbiota intestinal.
Sin embargo, un nuevo estudio del Instituto de Investigación Biomédica de Girona Josep Trueta (IDIBGI) y en el que ha participado la Universidad de Alicantea (UA) indica que la investigación del microbioma ha pasado por alto un factor clave: la composición y prevalencia de los virus en el intestino.
En concreto, la investigación publicada en Cell Host & Microbe sugiere que la presencia de virus bacteriófagos se relaciona con una mejora de las funciones cognitivas y de la memoria en humanos, ratones y moscas.
“El concepto de eje microbiota intestinal-cerebro ha surgido en la última década, pero casi todos los artículos se han centrado en los principales componentes de la microbiota intestinal: las bacterias. No se había investigado el posible papel de los virus”, explica José Manuel Fernández-Real, uno de los autores del estudio. “Este sería el primer artículo que relaciona los bacteriófagos del microbioma intestinal con la cognición en mamíferos y moscas de la fruta”, añade.
El estudio se centró en dos tipos de bacteriófagos prevalentes (un tipo de virus que se replica dentro de las bacterias que representa uno de los mayores vacíos en el conocimiento del microbioma humano) en nuestra microbiota intestinal: los Caudovirales (particularmente en la familia Siphoviridae) y los Microviridae.
En una muestra de 114 personas, que después amplió a 942 sujetos, los investigadores encontraron que los individuos con más Caudovirales tenían un mejor rendimiento de los procesos ejecutivos y la memoria verbal, y, en cambio, la presencia de mayores niveles de Microviridae se relacionaban con un mayor deterioro de las capacidades ejecutivas del cerebro.
Asimismo, para saber cómo las personas pueden acceder a estos virus, los investigadores realizaron encuestas alimentarias a los participantes para conocer su dieta y encontraron que los individuos con más Caudovirales en la microbiota intestinal consumían más productos lácteos de forma habitual.
Con el objetivo de reforzar aún más el resultado, se hizo un experimento con ratones, mediante la microbiota presente en las diferentes muestras de las heces humanas, que fueron transplantadas al intestino de los roedores. “Los ratones que recibieron una microbiota rica en Caudovirales presentaron un mejor rendimiento cognitivo que los demás ratones, con mejoras importantes a nivel de la memoria espacial y de la memoria emocional”, afirma el doctor, también participante en el proyecto, Rafael Maldonado.
Un segundo experimento de confirmación se realizó mediante la utilización de moscas (Drosophila melanogaster) como modelo animal, también conocidas como las moscas de la fruta. Primero, un grupo de moscas fue alimentado con suero láctico, y demostró tener más memoria que el otro grupo de Drosophila que ingirió el suero láctico esterilizado y, por tanto, sin virus.
El experimento se repitió, pero en este caso se suplementó la alimentación de las moscas con los bacteriófagos aislados y los resultados se replicaron de nuevo; observando un grupo de genes en el cerebro de la mosca, los autores encontraron que la presencia de los Caudovirales regulaba al alza los genes asociados con la memoria.
Si bien los autores señalan que el estudio es pequeño y debe interpretarse con cautela, refuerza la consideración de estos virus como actores influyentes en la relación entre el microbioma humano y el cerebro. Además, el trabajo abre la puerta a nuevas líneas de investigación como el estudio de posibles suplementos en la dieta con este virus de forma aislada para mejorar las capacidades cognitivas de las personas, según informan fuentes de la institución académica valenciana.
“Los virus son componentes insospechados de nuestra dieta que habíamos descartado. Las posibles interacciones (dentro del microbioma intestinal) son probablemente mucho más complejas de lo que se pensaba anteriormente”, concluye José Manuel Fernández-Real.
Fuente: La Razón