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Universidad de Jerusalén desarrolla tecnología para impresión 3D de alimentos

Las impresoras 3D que vinieron a revolucionar el mundo de la salud para la obtención de prótesis y diversos artículos, ahora podrían ofrecer productos alimenticios con tan sólo apretar un botón.

Con esa finalidad trabajan los investigadores de la Compañía Yissum, una firma de la Universidad Hebrea de Jerusalén, quienes desarrollan tecnología para que las impresoras puedan imprimir alimentos personalizados y nutritivos a través de nanocelulosa, una fibra natural y comestible libre de calorías.

Los profesores Oded Shoseyov e Ido Braslavsky, de la Facultad de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente, aseguran que su objetivo es cambiar la forma en que la población come, elabora y compra sus alimentos.

Para poder generar esta comida, el usuario deberá utilizar un cartucho que contenga los ingredientes y el equipo para calentar las materias primas, además de darles la forma apropiada. Los ingredientes se encuentran en forma de polvo o pasta y contienen nano-celulosa cristalina, proteínas, grasas, vitaminas y el resto de nutrientes.

De acuerdo con un comunicado de la organización Fuente Latina, la impresora se apoya en la nanocelulosa para unir los ingredientes y podría ser más saludable que el almidón, que se encarga de realizar la misma función.

Los cartuchos se sumergen en agua con otros alimentos en polvo o en forma líquida y la nanocelulosa mezcla y une los materiales de forma natural, mientras que el agua se elimina por el láser infrarrojo y el calor que reproduce la cocción a altas temperaturas.

Para el investigador Shoseyov la tecnología de impresión 3D tiene beneficios, como el crear alimentos basados en la dieta del consumidor y en lo que quiera comer, así como en evitar el desperdicio de comida.

“Se desecha cerca del 30 por ciento de los alimentos que producimos antes de ingerirlos. Cuando vamos al supermercado con la intención de cocinar algo, no siempre compramos las cantidades exactas. Muchas veces, lo que adquirimos (verduras, carnes o lácteos) se desperdicia”, concluye Shoseyov.

 Fuente: El Mañana

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