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Vida veggie: tendencia y evolución

El estilo de vida ‘veggie’ ha crecido en los últimos años, pero ¿cómo evolucionará?

La industria alimentaria se mueve a velocidades vertiginosas. Diariamente se lanzan al mercado nuevos productos en busca de satisfacer demandas cada vez más exigentes. Al mismo tiempo, las relativamente nuevas formas de entender la alimentación se fortalecen. Sucede así con el vegetarianismo o el veganismo, unas dietas que giran en torno al reino vegetal y que sus seguidores definen como “un estilo de vida” que, además, “ayuda a salvar el planeta”.

De ahí que, cada vez haya más productos con esta etiqueta y más personas que los compran. No es para menos. Celebridades de diversa índole y expertos nutricionistas ensalzan, desde todos puntos del globo y respaldados por las redes sociales, los beneficios de ser veggies, un concepto que abarca a flexitarianos, vegetarianos y veganos. La creciente popularidad de esta práctica lleva a preguntarse sobre su verdadero impacto pero, sobre todo, sobre su trayectoria. Porque si hace tiempo que dejó de ser solo una moda, ¿será esta alimentación la más común en el futuro?

Según un reciente estudio elaborado por la consultora Lantern, en España el “estilo de vida veggie ha crecido en números e influencia en los últimos dos años”. Fruto de una encuesta realizada a más de 2 000 personas y complementado por una investigación llevada  a cabo por 1 000 expertos, el informe The Green Revolution 2019 concluye que, lejos de ser algo pasajero, este movimiento alimentario crece a ritmos frenéticos.

Si bien los datos de 2017 reflejaban que el 7.8% de la población adulta se definía como veggie –un 0.2% se consideró vegano, un 1.3% vegetariano y un 6.3%  flexitariano–, en 2019 el porcentaje de la población adulta española que rechaza o disminuye el consumo de carne, es del 9.9%. De ellos, 0.5% son veganos, el 1.5%, vegetarianos y el 7.9% flexitarianos. Esto se traduce en que, en apenas dos años, 817 mil personas se han sumado a un movimiento que se calcula que ya siguen más de cuatro millones de ciudadanos españoles. 

El perfil de los que portan la bandera de la revolución verde está bien definido. Aunque llega a todos los niveles de la sociedad, son los jóvenes (el 15% de los veggies, tiene entre 18 y 24 años) y las mujeres (que en 2017 representaban a una de cada diez y ahora, a una de cada ocho) los más proclives a cambiar sus hábitos alimentarios hacia unas dietas con menos carne.

En este aspecto, el estudio apunta a tres razones principales por los que los ciudadanos deciden sumarse a esta ola alimentaria. La más extendida es la salud: un 67% de los flexitarianos (que, recordemos, son los que a pesar de llevar una dieta vegetariana consumen carne de vez en cuando) alegan optar por reducir el consumo de carne para prevenir y cuidar su salud. Esta idea está alineada con la recomendación que ya hizo la Organización Mundial de la Salud en 2015, cuando alertó de que “un consumo excesivo de carne roja puede ser peligroso para la salud y aumentar el riesgo de padecer algunos tipos de cáncer”.

En segundo y tercer lugar se encuentran la preocupación por los animales (23.8%) y la sostenibilidad del planeta (22.8). En este aspecto, la ONU también advirtió hace cuatro años que de seguir con los ritmos actuales de producción cárnica será insostenible alimentar a esos 10.000 millones de personas que se espera que en 2050 habiten en el planeta. El aumento de consciencia en estos asuntos podría impulsar aún más la tendencia. Desde Lantern señalan que “en 2020 habrá al menos 1.2 millones de veggies nuevos respecto a 2017” y una industria que moverá cerca de 4 396 millones de euros en todo el mundo.

El imparable auge del movimiento lanza una pregunta al aire: ¿si dejaremos de comer carne roja en el futuro, de qué nos alimentaremos? La Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación (FAO, de sus siglas en inglés) señala a los insectos como una fuente de alimentos nutritivos y ricos en proteínas de fácil acceso y mucho más sostenibles.

De hecho, la Unión Europea abrió la puerta a este tipo de alimentos en la regulación de 2018 sobre el control de productos poco conocidos o poco comunes en territorio europeo. Cadenas de supermercados como Carrefour no han tardado en comercializar alimentos elaborados con estos animales. Sin embargo, aunque no agradables para todo el mundo, los insectos no dejan de ser seres vivos, por lo que no servirían en una dieta estrictamente vegana. ¿Qué comerán entonces los veganos? Paradójicamente, todo apunta a la carne. 

La cadena británica BBC ha emitido recientemente un documental titulado ‘Life in 2039’, en el que una serie de expertos analizan cómo cambiarán nuestros hábitos de aquí a dos décadas. Uno de los capítulos expone la posibilidad de que la carne del futuro se “fabrique” en un laboratorio a través de células madre. Así se evitaría el daño al animal que preocupa a la mayoría de veganos. Aunque tiene detractores, la comercialización de carne sintética está más cerca de lo que parece. Ya en 2013 un grupo de investigadores de la Universidad de Maastrich en los Países Bajos creó la primera hamburguesa artificial y, ya inventada la técnica, los expertos esperan popularizar la carne in vitro en un futuro.

Fuente: La Vanguardia

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