Un país de América Latina se consolidó como la cuna de la cerveza artesanal en todo el continente americano, un título que se remonta al siglo XVI. Gracias a investigaciones recientes y proyectos innovadores, como el de ‘Quito 1566’, la capital latina logró rescatar y recrear esta antigua tradición, utilizando técnicas y recetas que reflejan fielmente los métodos históricos.
Proyectos liderados por universidades e investigadores permitieron que la historia cobre vida en cada botella, ofreciendo una experiencia que combina tradición e innovación. Además de permitir una recreación de la cerveza original, utilizando ingredientes y procesos del siglo XVI.
El país de América Latina que creó la primera cerveza
La historia de la cerveza en América Latina tiene sus raíces en Quito, Ecuador, donde —en 1556— se produjo la primera cerveza del continente. Este producto, que mezclaba ingredientes europeos como el trigo con granos locales como el maíz, representaba una fusión de culturas, creando una bebida “mestiza” que reflejaba la realidad colonial de la época.
Aunque su producción se llevó a cabo en el convento San Francisco de Quito, esta cerveza nunca llegó a comercializarse y su fabricación cesó en 1970, marcando el fin de una tradición cervecera que había comenzado más de cuatro siglos antes.
La religión en la creación de la primera cerveza
Este hallazgo permitió recuperar la receta original y reveló el profundo trasfondo que rodeaba a esta cerveza primigenia. La elaboración de esta bebida estuvo intrínsecamente ligada a la evangelización de los pueblos indígenas de América. Fray Jodoco Ricke, un fraile franciscano que llegó a Quito durante este periodo de evangelización, jugó un papel crucial en la creación de la primera cerveza de América.
“La cerveza se convirtió en un proyecto para la evangelización. Los indígenas no iban a dejar de beber chicha, pero él podría introducir una bebida similar: la cerveza”, explica Javier Carvajal, maestro cervecero y docente investigador de la Pontificia Universidad Católica del Ecuador (PUCE).
Ricke, consciente de la importancia del trigo para la elaboración de hostias, comenzó a cultivarlo en la región, pero pronto se dio cuenta de la debilidad de los indígenas por la chicha, una bebida fermentada local. Fray Jodoco se introdujo mucho en esta nueva cultura. De hecho, en los libros se indica que él aprendió a hablar quechua y generó una buena relación con los locales. Así identificó su debilidad: la chicha.
Una cervecería dentro del convento
Fray Jodoco logró crear la primera cerveza mestiza del mundo al combinar granos europeos como el trigo y la cebada con el maíz local. Este innovador proceso no solo dio origen a una nueva bebida, sino que también simbolizó la unión de dos culturas a través de un producto único que reflejaba la mezcla de tradiciones europeas e indígenas en el Ecuador colonial.
En 1556, el Convento San Francisco de Quito se convirtió en el escenario donde esta cervecería pionera comenzó a operar. Los toneles de roble fueron importados desde Europa, y la receta se mantuvo cuidadosamente preservada por generaciones de monjes que la consideraban un valioso legado.
‘Quito 1556’, resucitada 50 años después
El Dr. Javier Carvajal, profesor en la Pontificia Universidad Católica del Ecuador (PUCE), inició una ambiciosa investigación en 2008 con el objetivo de resucitar levaduras antiguas halladas en los toneles del convento San Francisco de Quito. Tras cuatro años de investigación, Carvajal y su equipo lograron revivir estas levaduras, encontrando la receta original de la cerveza.
Carvajal, en 2012, logró recrear exitosamente la cerveza, incorporando sabores únicos, entre ellos un toque de canela, lo que dio origen a ‘Quito 1566’. Esta cerveza —logro investigativo en 2018— se convirtió en la primera en el mundo en ser elaborada a partir de levaduras resucitadas.
El 20 de julio de 2023, ‘Quito 1566’ fue lanzada comercialmente en un evento que contó con la presencia de expertos cerveceros y potenciales clientes, donde la PUCE revivió los sabores ancestrales de Ecuador a través de una degustación. Además de su valor histórico y gustativo, la universidad ha decidido que los ingresos generados por la venta de esta cerveza se destinen a financiar becas universitarias.
Fuente: La República