Si disfrutas tomar a diario un coctel o un poco de vino con la cena, querrás levantar tu copa para brindar por esto: un nuevo estudio encontró que beber en cantidades bajas a moderadas puede mejorar la función cognitiva de los adultos blancos de mediana edad o mayores.
El consumo bajo a moderado se definió como menos de ocho tragos por semana para las mujeres y menos de 15 tragos por semana para los hombres.
Estos hallazgos respaldan investigaciones anteriores, las cuales hallaron que, en general, una bebida estándar al día para las mujeres y dos para los hombres ––que es la pauta en Estados Unidos–– parece proporcionar algunos beneficios cognitivos.
Una bebida alcohólica estándar en EE.UU. se define como 14 g o ml de alcohol. Esa medida varía alrededor del mundo: por ejemplo, una bebida estándar en Gran Bretaña es de 8 g, mientras en Australia es de 10 g. De hecho, las directrices en este último país sugieren no más de 10 bebidas estándar por semana.
“Ahora hay mucha evidencia observacional que muestra que beber alcohol en cantidades leves a moderadas está asociado con una mejor función cognitiva y un menor riesgo de demencia en comparación a la abstinencia”, indicó la científica investigadora Kaarin Anstey, directora del Centro de Demencia para la Colaboración de Investigación NHMRC en Australia, quien no participó en el estudio.
Sin embargo, un gran estudio global publicado el año pasado encontró que ninguna cantidad de licor, vino o cerveza resulta segura para la salud en general. La investigación registró que el alcohol fue el principal factor de riesgo de enfermedad y muerte prematura en hombres y mujeres entre los 15 y 49 años en todo el mundo en 2016, lo que representa casi una de cada 10 muertes.
El consumo de alcohol en menores de 15 años, un problema creciente en Estados Unidos y otros países, no se incluyó en el análisis global.
“Lo que sabemos con certeza es que beber demasiado alcohol indudablemente daña el cerebro de una manera importante. Lo que está menos claro es si la ingesta baja o moderada puede ser protectora en ciertas personas, o si la abstinencia total es el mejor consejo”, explicó el neurólogo Dr. Richard Isaacson, fundador de la Clínica de Prevención de Alzheimer en NewYork-Presbyterian y Weill Cornell Medical Center.
“Con base en estudios contradictorios, no creo que en este momento podamos saber con certeza si ninguna ingesta de alcohol versus un consumo bajo a moderado es mejor en cada persona”, sostuvo Isaacson, quien no participó en ninguno de los estudios.
No una protección para los estadounidenses negros
El nuevo estudio, publicado este lunes en la revista JAMA, analizó datos de casi 20,000 participantes del Estudio de Salud y Jubilación de la Universidad de Michigan, una investigación de panel longitudinal que encuesta a una muestra representativa de estadounidenses acerca de una variedad de problemas de salud.
Los participantes del estudio, quien eran predominantemente blancos, mujeres y con una edad promedio de 62 años, recibieron pruebas cognitivas desde 1996 hasta 2008, y fueron encuestados cada dos años durante aproximadamente nueve años.
En comparación con aquellos que dijeron que nunca bebían, el consumo bajo a moderado se asoció con puntuaciones cognitivas significativamente más altas para el estado mental, el recuerdo de palabras y el vocabulario a lo largo del tiempo, así como con tasas más bajas de disminución en cada una de esas áreas.
Curiosamente, el nuevo estudio no encontró que el beneficio cognitivo se registrara en los estadounidenses negros.
“Pocos estudios han evaluado si los efectos son similares en diferentes grupos raciales o étnicos”, dijo Anstey. “Este [hallazgo] plantea la posibilidad de que los grupos étnicos varíen en su vulnerabilidad a los efectos cognitivos del alcohol”, añadió.
“Esto puede tener sentido debido a la mayor probabilidad de comorbilidades médicas como la diabetes en los negros”, dijo Isaacson.
Sin embargo, advirtió Anstey, hay factores fundamentales para considerar antes de llegar a la conclusión de que el consumo de alcohol varía según la raza.
“Los patrones de consumo de alcohol están asociados con el estado socioeconómico y otros factores culturales”, explicó. “Es muy difícil separar los mecanismos biológicos de los sociales que están juego aquí”.
Al final, este nuevo estudio no cambia lo que la mayoría de los médicos ya recomiendan, apuntan los expertos.
“En mi práctica clínica, miro la totalidad de la evidencia y luego individualizo las recomendaciones para la persona que está siendo atendida”, indicó Isaacson
Para las mujeres, un objetivo máximo general es de cuatro a seis bebidas por semana en su clínica de prevención del alzhéimer, dijo. En hombres eso sería de 10 a 12 bebidas por semana.
“Pero esta no es una opción de ‘talla única’”, agregó Isaacson. “Estas decisiones deben adaptarse según el peso corporal, por ejemplo, y también modificarse en función de si la persona tiene antecedentes de abuso de alcohol o de sustancias.
“Además, no se trata solo de ‘qué y cuánto’ alcohol, también es importante tener en cuenta ‘cuándo y cómo’ se consume el alcohol”, insistió Isaacson.
Por ejemplo, tomar una copa de vino con una cena temprano es “más sensato que dos vasos a altas horas de la noche con el estómago vacío cerca de la hora de acostarse”, completó.
“El alcohol antes de dormir tiende a conducir a una peor calidad de sueño en general, lo que también afecta el riesgo de demencia”, agregó.
“Creo que aquellos que beben alcohol deben seguir las pautas nacionales como una guía para el nivel máximo de consumo seguro”, destacó Anstey, y agregó que esto no se aplica a nadie con una afección de salud que requiera abstinencia de alcohol.
Y si no eres un bebedor, no vayas a comenzar, sostuvo.
“El consumo de alcohol, por ejemplo, aumenta el riesgo de algunos tipos de cáncer. Si uno no bebe, entonces no recomendaríamos tomar alcohol”, insistió.
Fuente: CNN Español