Un equipo de científicos del Centro de Investigación y de Estudios Avanzados (Cinvestav) se encuentra trabajando en un proyecto mediante el cual busca comprobar que el bienestar de la microbiota intestinal de las personas –es decir, del ecosistema de bacterias que habita en su intestino—influye en la probabilidad de padecer la enfermedad de Alzheimer.
En caso de que logren comprobar dicha hipótesis, los especialistas podrían desarrollar en breve un suplemento alimenticio alto en fibra, hecho con base en productos naturales mexicanos, mediante el cual podría mejorarse el estado de la microbiota y las hormonas sexuales, las cuales a su vez previenen de posibles daños cognitivos.
En entrevista con La Jornada, la doctora Claudia Pérez Cruz, investigadora del Departamento de Farmacología del Cinvestav, explicó que el Alzheimer es una enfermedad neurodegenerativa que provoca la pérdida de la memoria, la cual en 98 por ciento de los casos tiene un origen desconocido o espontáneo.
Perfil proinflamatorio
Desde 2017, detalló la especialista, comenzaron a surgir reportes clínicos en diversos países según los cuales la microbiota de un paciente con Alzheimer “tiene un perfil más proinflamatorio” que el de una persona sin este padecimiento.
En estudios con ratones transgénicos, el equipo dirigido por Pérez Cruz corroboró que la microbiota de los roedores presentaba dicho perfil inflamatorio y que liberaba neurotoxinas hacia su cerebro.
“Empezamos a ver la importancia de la dieta, que es el principal factor que regula la macrobiota intestinal, y los alimentamos con productos como semilla de chía, nopal, soya y curcumina. Con ellos, disminuían las bacterias proinflamatorias y aumentaban las ‘comensales’ –buenas para nosotros–, se liberaban menos sustancias neurotóxicas y su función cognitiva estaba en los niveles de un animal sano”, detalló.
De forma paralela, los científicos realizaron un protocolo sólo con ratones hembra para estudiar su evolución, pues el Alzheimer tiene una prevalencia “abrumadora” en mujeres (dos de cada tres casos), lo que podría estar relacionado con los cambios hormonales que ocurren tras la menopausia.
“A las ratonas les dimos una dieta alta en fibra que modificó su macrobiota, les causó menor neuroinflamación y mejor cognición, pero nos sorprendimos muchísimo, porque nos dimos cuenta de que los cambios también habían ocurrido en sus hormonas” sexuales, añadió.
Como complemento, el equipo de Pérez elabora un estudio clínico –junto con los institutos nacionales de Neurología y Neurocirugía Manuel Velasco y de Nutrición Salvador Zubirán– con mujeres y hombres sanos, y mujeres con Alzheimer, para determinar el nexo entre su macrobiota y su función cerebral.
En caso de comprobar la hipótesis de que ambos factores se interrelacionan, “el siguiente paso sería desarrollar un producto alto en fibra soluble, con fructanos de agave tequilero, que se puede consumir durante años sin efectos adversos”, y cuyo precio máximo al consumidor sería de 400 pesos.
Fuente: La Jornada