Investigadores del Instituto de Sistemas Optoelectrónicos y Microtecnología (ISOM) de la Universidad Politécnica de Madrid (UPM) han desarrollado un sensor óptico que puede discriminar de manera fiable el etanol del metanol por medios ópticos simples. Esta innovación proporciona una respuesta en menos de cinco minutos y su fabricación se basa en materiales y componentes que se pueden adquirir sin dificultad a bajo precio.
De hecho, el elemento sensible del sensor es un simple trozo de celo. Una vez utilizado, puede reemplazarse por otro nuevo con un coste mínimo. Desde la UPM explican que esto supone una ventaja “frente a otro tipo de instrumentación más sofisticada, cara y voluminosa en aplicaciones que requieren análisis de muestras sobre el terreno”.
El sensor podría utilizarse en equipos portátiles de medida para ensayos en los que se precisan de un resultado inmediato. “Nuestra intención es que pueda ser usado tanto por las autoridades competentes como por particulares”, explica a Innovaspain Carlos Angulo, miembro del ISOM-UPM e inventor del dispositivo.
Los peligros del metanol
“Las mafias o los pocos recursos influyen de forma significativa en una mayor producción de estas bebidas, pese a que su ingesta tiene graves consecuencias para la salud. Metanol y etanol son líquidos volátiles, incoloros y químicamente muy similares, pero el primero es más tóxico; también es más barato”, añade Carlos Angulo.
El investigador recuerda que en los últimos años se han producido varios casos de intoxicaciones colectivas por la presencia de metanol en bebidas alcohólicas adulteradas. Libia, República Checa, India o Ecuador han sido algunos de los escenarios de estas incidencias.
Funcionamiento simple
La cara adhesiva del celo es expuesta a los vapores de la muestra de alcohol que se desea analizar. El material del que está hecho el celo responde al contacto con los vapores hinchándose, pero lo hace de forma diferente dependiendo de si el vapor es de metanol o de etanol.
El hinchamiento del celo se detecta atravesándolo con un haz de luz, como el generado por un puntero láser, y midiendo la potencia de la luz transmitida con un fotodetector que convierte la potencia óptica en una señal eléctrica.
El cambio físico que experimenta el celo como consecuencia de su exposición a los vapores afecta a la luz que lo atraviesa. De este modo, la señal eléctrica del fotodetector proporciona información sobre la naturaleza del vapor alcohólico analizado. “El sensor ofrece una respuesta diferente a otro tipo de compuestos volátiles orgánicos como el ácido acético, por lo que podría tener aplicaciones en otros ámbitos alimentarios y medioambientales”, detalla el integrante del ISOM-UPM.
El equipo coordinado por Carlos Angulo ha trabajado en el sensor durante cuatro meses. “La tarea más crítica a la que nos hemos enfrentado ha sido determinar las condiciones de operación óptica del sensor y la más laboriosa su caracterización. Este es un primer prototipo, aún hay margen de mejora”.
El grupo se encuentra inmerso en otros proyectos. “Trabajamos en una iniciativa financiada por el Ministerio de Economía y Competitividad para para desarrollar transductores fotónicos y técnicas de lectura ópticas para detección bioquímica”, concluye Angulo.
Fuente: InnovaSpain