Antes de convertirse en una de esas bebidas favoritas -cada persona bebe al año 58 litros de cerveza en España, la cerveza es cereal. La transformación implica un proceso y, como ocurre con el vino, en él se genera bagazo, en este caso el de los restos de cereal que quedan. Solo en Europa, se produce al año algo más de 7 millones de toneladas de bagazo, según cálculos del proyecto europeo Life Brewery.
Una colaboración entre Blendhub e Hijos de Rivera (la empresa de Estrella Galicia) está ahora buscando «alimentos innovadores» para humanos que lo usen. Lo hacen a través de ImpacTaste, una plataforma abierta al estudiantado universitario de último año y a quienes están en proceso de doctorado para potenciar las nuevas ideas innovación para la industria alimentaria. El objetivo es que propongan potenciales nuevas bebidas o hasta nuevos tipos de ‘snacks’ que le den nueva vida a este material. El límite está en lo que la imaginación del estudiantado pueda encontrar.
Aun así, lo cierto es que el bagazo no acaba ya en el cubo de la basura. Ni mucho menos. Es algo que está plenamente integrado en los principios de la economía circular. Sagrario Sáez, la directora de sostenibilidad de Heineken, no habla de residuos cuando se le pregunta por las vidas del bagazo, porque, explica, es un subproducto. «Es un residuo que no tratamos como residuo», sintetiza, algo que es común a la industria cervecera.
¿Tiene el bagazo valor nutricional?
De hecho, su uso es anterior incluso a que se empezase a hablar de economía circular. Tanto desde Heineken como desde Hijos de Rivera hablan de que el bagazo se valoriza desde hace décadas. Es algo «de toda la vida», como apunta Sáez.
Al fin y al cabo, como explica la directiva, lo que queda tras el filtrado es el resto del cereal, algo rico en fibra o proteínas. «Para la alimentación es oro», indica. Por eso, no aprovecharlo así -se ha experimentado ya en Europa con convertirlo en biomasa- serían «una pérdida». «Estos residuos son muy valiosos para el planeta si se convierten en alimentación animal», añade.
El resto del cereal, llamado bagazo, es el 80% de los residuos que genera la industria cervecera.
Es justamente a lo que lo dedica ahora la industria. El de Hijos de Rivera, por ejemplo, se va a completar la alimentación del ganado vacuno. «Al tener una gran cabaña en Galicia, es capaz de absorber todo el que producimos», apuntan desde la compañía, que trabaja con 100 cooperativas gallegas «y alguna del occidente leonés y asturiano».
Es, además, un producto bien recibido. «Se intenta que el reparto sea equitativo en función del tamaño de la cooperativa; no realizando una venta al mejor postor, sino con acuerdos de precios, para que así todas se puedan beneficiar de este subproducto», señalan.
¿Cómo se obtiene este subproducto?
El proceso no es complicado. Sáez guía en los pasos que llevan desde la fermentación de la cerveza al comedero del ganado bovino. Pasa del proceso de cocinado a unos silos, desde los que se cargan los camiones que los llevan al sector primario. «Es un proceso continuo, sino la fábrica colapsaría», apunta.
Además, el bagazo no está solo. Sáez hace una cuenta rápida de lo que se genera en una fábrica de cerveza. El bagazo es aproximadamente el 80% de los residuos, pero también están el 13% de la levadura, el más o menos 2% de alcohol o el 3% de materiales como vidrio o papel. Incluso, en las fábricas se gestionan aguas residuales.
El objetivo deseado está en lograr aprovechar todo y cada uno de estos desechos. En Heineken, cuenta, están valorizando ya al 99.7% sus residuos. Lo que queda fuera es aquello que es ya «dificilísimo» de gestionar. Lo aprovechable, lo es.
Así, entre otros, la levadura tiene una vida paralela a la del bagazo y se usa para la alimentación animal, en este caso porcina; el vidrio vuelve a su circuito, para volver a ser botellas; y el alcohol -por ejemplo, el que se saca a las bebidas que no lo tienen- se convierte en vinagre de limpieza y fue hidroalcohol durante la pandemia.
¿Cuál es su principal potencial?
Aun así, se continúa investigando. Sáez habla del potencial de hacer un ciclo completo circular con material como el vidrio -que el suyo vuelva a convertirse en sus propias botellas- o de encontrar usos materiales como el vapor que generan los procesos.
También en aquellos materiales ya aprovechados, como el bagazo, siguen colaborando en estudios de I+D en los que se buscan otras soluciones con potencial para un mejor aprovechamiento, como la alimentación animal de alta proteína, la de larvas de mosca para la alimentación final animal (por ejemplo, en piscifactorías) o el uso como sustituto del plástico.
Bagazo
Es también lo que hace Hijos de Rivera con este proyecto universitario recién presentado. «Ahora mismo se está valorizando el 100% del que se genera», reflexionan sobre la compañía cuando se les preguntan por qué seguir buscando usos nuevos para el bagazo, «no es un subproducto que cause un problema».
Un ejemplo de economía circular
Si sigue creciendo la producción, podría serlo y se necesitarían nuevas maneras de valorizarlo. «Pero dentro de una empresa innovadora siempre hay que estar buscando posibilidades, porque un proceso de innovación nunca sabes a donde te va a llevar», suman. Trabajar con el estudiantado universitario podría ayudar a potenciar la cultura de innovación universitaria y darles a ellos soluciones inesperadas.
¿Aunque se tengan datos tan buenos de aprovechamiento se puede entonces seguir mejorando o se llega en algún momento a tocar techo? «Aquí nunca se toca techo», responde Sáez. Siempre hay algo más que se puede hacer. Todo este trabajo en economía circular es, al fin y al cabo, «para tener fábricas más eficientes y amables con el medioambiente y la sociedad que tenemos alrededor».
Fuente: ABC Antropía