El equipo liderado por la investigadora Martha Elena Domínguez ha desarrollado un fertilizante orgánico a partir de un desecho de la industria tortillera: el nejayote.
Un proyecto que se desarrolla en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) busca combatir el uso de fertilizantes químicos de forma indiscriminada, ya que tienen repercusiones negativas en el medio ambiente y la salud humana.
Liderado por la investigadora Martha Elena Domínguez Hernández, adscrita al Departamento de Ciencias Agrícolas de la FES Cuautitlán, dicho proyecto ha permitido la creación de un fertilizante orgánico a partir de un desecho de la industria tortillera: el nejayote.
El nejayote es el desecho líquido que se obtiene del proceso de nixtamalización (cocción del maíz con agua y cal para elaborar la masa de las tortillas), el cual es vertido de tortillerías y molinos hacia el drenaje, representando un problema de contaminación del agua y de corrosión en tuberías por su alto nivel de alcalinidad.
En su número de esta semana, Gaceta UNAM explica que la relevancia de este trabajo para la industria de la masa y la tortilla es que, en comparación con otros desarrollos que emplean menos de 250 litros de nejayote, en esta propuesta se pueden reutilizar hasta 150 metros cúbicos por hectárea en cada ciclo de producción, lo que ofrece una solución para el tratamiento de volúmenes mayores de este residuo de la producción agroindustrial.
Para elaborar este fertilizante, Domínguez recolecta el nejayote y le agrega estiércol de especies pecuarias (ganaderas) con la finalidad de someterlo a un compostaje aeróbico, técnica que consiste en la degradación con bacterias, hongos y otros microorganismos que necesitan oxígeno.
A través de este proceso logra reducir la alcalinidad del nejayote (resultado de la nixtamalización), de niveles de pH entre 10.5 y 11 a valores de 6 o 7. Con esto, el líquido puede utilizarse como fertilizante orgánico, y al combinarse con estiércol se incrementa el contenido de nutrientes, como nitrógeno, fósforo, potasio, calcio, magnesio, hierro y boro.
Beneficios del abono orgánico
La Gaceta explica que el fertilizante ofrece múltiples ventajas, ya que, al darle un tratamiento previo y evitar desecharlo por el drenaje e incorporarlo al suelo para la producción de maíz se logra la circularidad, es decir, cerrar el ciclo de nutrientes desde la producción de maíz hasta el procesamiento agroindustrial y, sobre todo, se evita la contaminación de aguas.
Además, “se recupera el agua utilizada en el proceso de nixtamalización, lo que permite dar un riego de auxilio de entre 7.5 y 15 milímetros a los cultivos, que favorece el crecimiento de las plantas en periodos sin precipitación”, explicó Domínguez a la publicación universitaria.
Estos datos se obtuvieron a partir del uso del fertilizante nejayote-estiércol en cultivos de productores del estado de Puebla, que resultaron en una mayor cantidad de grano, así como un incremento en el contenido de nutrientes y materia orgánica del suelo, en comparación con el uso de la urea, uno de los fertilizantes químicos más empleados en México para la producción de dicho cereal.
Fuente: El Financiero