Dieta y ejercicio son los ‘medicamentos’ más recetados para evitar las enfermedades cardiovasculares, como la hipertensión. Un nuevo trabajo confirma que los flavonoles de los alimentos bajan una media de 2 puntos las cifras de presión sanguínea.
La hipertensión es uno de los grandes problemas de salud, tanto que alcanza dimensiones pandémicas: 1.400 millones de personas en el mundo tienen la tensión arterial alta; solo en España, un tercio de la población es hipertensa (el 66% entre los mayores de 60 años) y 40.000 mueren cada año por este motivo. A la elevada cifra de afectados se suma que buena parte de los hipertensos desconoce su problema, y entre los que son conscientes, a una parte importante le cuesta mantener los valores de tensión en niveles aceptables, según reconoce la Sociedad Internacional de Hipertensión.
Antes de tener que tomar fármacos durante toda la vida, los médicos aconsejan prevenir la aparición de HTA evitando el sedentarismo, la obesidad y cuidando la alimentación. Aquí, uno de los primeros consejos que dan los médicos es reducir la ingesta de sal; sin embargo, como recoge un artículo de José Ramón Banegas y Teresa Gijón-Conde, del Departamento de Medicina Preventiva y Salud Pública de Idipaz, publicado en la revista ‘Hipertension’, el 60% de las personas que tiene elevadas las cifras de tensión arterial toma más de 2,4 gramos de sal al día. Adelgazar tampoco es una recomendación muy tenida en cuenta, como demuestra que solo el 40% se preocupa de mantener el peso adecuado. El resultado es que apenas la mitad de los afectados consigue controlar el problema con un solo fármaco.
La esperanza de los flavonoles
Pero no todo está perdido y, tal vez, todavía quedan opciones para conseguir los deseables 130/85 mm Hg, que son los valores normales máximos establecidos por la Sociedad Internacional de Hipertensión. La buena noticia la trae un estudio internacional -británico, sueco y estadounidense- que ha comprobado que una dieta que incluya alimentos y bebidas ricos en flavanol 3, un tipo de flavonoides que se encuentra sobre todo en el té, manzanas, arándanos, uvas rojas y el chocolate, puede reducir la presión arterial hasta casi dos puntos.
Los avales de este hallazgo son que se ha comprobado en una investigación sobre 25.600 hombres y mujeres (participantes del estudio de Norfolk de Investigación Prospectiva Europea sobre el Cáncer, EPIC) y que se ha publicado en la revista ‘Scientific Reports’, del prestigioso grupo Nature. Sus autores defienden que es el primer análisis que utiliza medidas objetivas de la dieta de miles de residentes del Reino Unido. A diferencia de la mayoría de los trabajos que investigan los vínculos entre la nutrición y la salud, los autores no se han basado en las respuestas a un cuestionario ofrecidas por los participantes, sino en la ingesta de flavonoles medida objetivamente a través de biomarcadores nutricionales (analizados en una muestra de orina). Los hallazgos son tan llamativos como que el descenso medio de las cifras de tensión sistólica (la alta) es de 1,9 mmHg en los hombres y 2,5 mmHg en las mujeres, aunque la reducción llegó hasta 4 mmHg entre las personas que toman más flavonoles. Estos datos son comparables a los conseguidos sobre la presión arterial con una dieta mediterránea o con dieta DASH.
Ingesta objetiva
El profesor Gunter Kuhnle, nutricionista de la Universidad de Reading, en Reino Unido, y director del estudio, resalta que “lo que ofrece este estudio es un hallazgo objetivo sobre la asociación entre los flavonoides que se encuentran en el té y algunas frutas y la presión arterial. Esta investigación confirma los resultados de estudios previos de intervención dietética y muestra que se pueden lograr los mismos resultados con una dieta habitual rica en flavonoides”. La evolución a través de biomarcadores es importante porque, añade el investigador, “a diferencia de los datos dietéticos autoinformados, pueden abordar la enorme variabilidad en la composición de los alimentos”. Es decir, la cantidad de flavonol presente en un alimento cambia en función de la variedad a la que pertenezca, las condiciones de cultivo y conservación o incluso la preparación. Por eso, disponer de un biomarcador permite conocer la cantidad exacta en el organismo, con independencia de que se haya consumido mucho o poco del alimento o bebida.
Hagen Schroeter, coautor y director científico de Mars Edge, de la Universidad de California Davis, añade que este trabajo “aporta información clave a un creciente cuerpo de evidencia que respalda los beneficios de los flavonoides dietéticos en la salud y la nutrición”. Sin embargo, “aún más emocionante ha sido la oportunidad de aplicar biomarcadores objetivos de la ingesta de flavonoides a gran escala”, algo que, como se ha indicado, ofrece una información más objetiva sobre la cantidad de estas sustancias que hay en el organismo. Además de la hipertensión, los científicos también evaluaron el impacto de estos flavonoides en otros factores de riesgo cardiovascular, y los hallazgos fueron mucho menos llamativos: los lípidos en sangre cambiaron muy poco, aunque sí se encontraron concentraciones de colesterol LDL (el malo) en sangre más bajas, pero los triglicéridos estaban más altos.
Es de esperar que esas cifras más bajas de tensión arterial y el mejor perfil de lípidos en la sangre se traduzca en menos muertes de origen cardiovascular; sin embargo, después de 19 años de seguimiento del grupo de personas, no se ha confirmado esa caída de mortalidad. Con todo, los autores insisten en que muchos estudios respaldan que pequeñas reducciones de la presión arterial pueden tener un impacto considerable en la morbilidad y mortalidad de la población asociada a la hipertensión: “Una disminución de la presión arterial sistólica de 3 mmHg puede traducirse en una reducción de la mortalidad por todas las causas del 3%”, cuantifican. Así pues, este nuevo trabajo respalda el beneficio de beber té y confirma el refrán que reza: “Una manzana al día mantiene al médico en la lejanía”.
Fuente: Alimente