Un grupo de oenegés -entre ellas, Greenpeace- y asociaciones relacionadas con los alimentos libres de transgénicos han financiado con éxito el desarrollo del primer método que permite detectar (de manera pública) cultivos diseñados con las últimas técnicas de modificación genética de edición de genes. Concretamente, han logrado esa identificación en el caso de una variedad de colza modificada que se cultiva en Norteamérica.
La nueva investigación refuta, así, la postura de la industria biotecnológica que ha venido sosteniendo que los cultivos desarrollados con esas nuevas técnicas de modificación genética (de ‘edición genética’) no se pueden distinguir de los cultivos no modificados genéticamente.
Por ello, la industria aducía que estos cultivos no pueden ser regulados con la normativa europea al respecto (que exige evaluación de riesgos, separación, etiquetado o información al consumidor).
El nuevo método detecta concretamente una variedad de colza que tolera los herbicidas y que se cultiva desde hace pocos años en algunas zonas de EE.UU. y Canadá.
La gran ventaja que ofrece esta técnica es que con ella los países de la Unión Europea podrían realizar controles para evitar que este cultivo transgénico (actualmente no autorizado en la UE) entre ilegalmente en las cadenas de suministro de alimentos y piensos de la UE.
Hasta ahora, los países de la UE no tenían instrumentos conocidos para controlar estas importaciones y detectar la presencia de esta colza transgénica.
“El nuevo método de detección es un hito en la protección de los consumidores y las empresas de la UE. Las autoridades ahora pueden empezar a identificar cultivos editados genéticamente no autorizados”, afirmó Heike Moldenhauer, asesor de políticas de la UE en la Association Food without Genetic Engineering.
Agricultores, ganaderos, procesadores de alimentos y piensos y distribuidores podrían así mantener estos nuevos transgénicos fuera de sus cadenas de suministro.
La descripción del nuevo método se publicó en la revista científica Foods.
La variedad se llama “SU Canola” y ha sido diseñada por la empresa estadounidense de edición genética Cibus para tolerar ciertos herbicidas. Es otra variedad diseñada para que crezca mientras se combate las malas hierbas que compiten con ella.
El Tribunal de Justicia de la Unión Europea (TSJE) dictaminó hace dos años que los organismos editados genéticamente deben regirse por las actuales directivas europeas sobre organismos modificados.
El Tribunal indicó que excluir de las normativas europeas a estos nuevos productos contravendría la legislación y no respetaría el principio de precaución que está consagrado en la UE.
Esta decisión del TJCE significa que los organismos creados con edición genética no pueden comercializarse en la UE sin una autorización previa (lo cual exige una evaluación de riesgo ambiental y de salud caso por caso)
Se creía que eran indetectables, pero se pueden detectar…
La Agencia Federal Alemana para la Protección del Consumidor y la Seguridad Alimentaria (BVL) declaró en 2017 que una planta creada con la técnica de edición de genes de Cibus “no se distinguiría de una planta que había adquirido la misma mutación puntual de forma natural o por medio de sustancias químicas o mutagénesis inducida por radiación”.
Asimismo, en mayo de 2019, varias asociaciones industriales afirmaron que la sentencia de 2018 del Tribunal de Justicia de la Unión Europea era “prácticamente imposible de hacer cumplir, dado que muchos productos editados genéticamente pueden ser indistinguibles de los productos modificados por procesos naturales o con técnicas de reproducción convencionales”.
Pero ahora “hemos demostrado que se pueden detectar cultivos transgénicos creados con edición genética. No hay más excusas para no aplicar los requisitos existentes de seguridad y etiquetado de transgénicos a estos nuevos transgénicos”, replica Franziska Achterberg, directora de política alimentaria de Greenpeace para la UE.
Actualmente, no está autorizada la entrada en la UE de la “SU Canola”, ni para su cultivo ni para su uso como alimento / pienso; y no se ha presentado ninguna solicitud de autorización en este sentido.
Pero no se sabe si está entrando en Europa. Las autoridades comunitarias están obligadas a mantener los transgénicos ilegales fuera de la UE, pero la dificultad para identificarlos hace imposible hoy por hoy su control.
“No sabemos si actualmente están entrando estos cultivos de colza en la UE; si fuera así, sería ilegalmente. No sabemos si está entrando, porque no había un test para detectarlos. Pero con este nuevo método podrían cogerse muestras de las partidas de colza importadas y hacer el análisis. Los nuevos transgénicos ya no tienen dónde ocultarse”, dice Luís Ferreirim, responsable de agricultura de Greenpeace en España.
Los autores de la investigación señalan que, científicamente, el método proporciona un procedimiento que puede utilizarse para desarrollar más métodos de detección para la mayoría, sino de todos, los cultivos creados con edición genética.
John Fagan, científico del Health Research Institute (Iowa, EE.UU.), declaró “El método que hemos desarrollado detecta lo que probablemente sea la clase más desafiante de edición de genes: una modificación de una sola letra en el mapa genético. Dado que la comunidad científica ha estado usando enfoques similares durante dos décadas para detectar transgénicos más complejos, es probable que este enfoque se pueda utilizar para desarrollar métodos de detección para la mayoría, si no todos, los cultivos creados con edición genética. Y la buena noticia es que utiliza procedimientos y equipos similares a los que ya conocen los laboratorios oficiales y comerciales”.
El término edición de genes (o ‘edición de genoma’) se usa a menudo para referirse a las nuevas técnicas de ingeniería genética que hacen posible obtener nuevos rasgos sin agregar ningún material genético ajeno.
La técnica más destacada es CRISPR-Cas.
“Además de los cambios previstos, la edición de genes también puede provocar alteraciones genéticas no deseadas que pueden afectar la seguridad de los productos para las personas y el medio ambiente”, dice Ferreirim.
Hasta ahora, solo dos cultivos transgénicos editados genéticamente han llegado al mercado (ambos cultivados en América del Norte): la “SU Canola” de Cibus y la High Oleic Soybean de Calyxt.
Greenpeace reclama que la Comisión Europea encargue inmediatamente a la Red Europea de Laboratorios de OMG que se base en el nuevo método de detección y desarrolle métodos de detección para identificar futuros productos editados genéticamente.
De esta manera, los productores, comerciantes y minoristas de alimentos y piensos pueden utilizar la prueba para asegurarse de que sus productos no contienen la “SU Canola”.
Diversas asociaciones alemanas y austriacas de alimentos no transgénicos han declarado que incorporarán el nuevo método de detección en sus sistemas de seguimiento.
La “SU Canola” se ha desarrollado utilizando una herramienta de edición de genes llamada mutagénesis dirigida por oligonucleótidos (ODM).
La Agencia de Medio Ambiente de Austria (Umweltbundesamt), miembro de la Red Europea de Laboratorios de OMG, ha validado el método, que cumple con todas las normas legales de la UE.
Fuente: La Vanguardia